Capítulo 2.

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Durante la semana que pasó después de nuestra especie de pacto, Lo único que hacían mis amigos era hablar de lo ocurrido.

-¿Notaron el silencio que hubo después de que Cintia lanzó su lazo?- dijo Gabriela, curiosa.

-Fue extraño, pero no es para tanto.- dijo Betania, usando su tono de imbécil.

Creo que de mis amigos el único que la toleraba era Luis. El era quien en realidad nos agradaba a todos.

-Bueno si, fue extraño. Cintia tiró el lazo rojo y enseguida hubo ese silencio de ultratumba.- dijo Camilo, que estaba almorzando.

-¿Te acuerdas del color del lazo? Vaya, eso es amor.- dijo Gabriela, riendose, mientras veía a Ethan.

-Si, es mucho amor.- dijo Ethan, algo molesto por el comentario de Gab.

-Calmate Ethan, no te voy a quitar a tu novio.- dijo Cintia, con un nuevo lazo en su cabello castaño.

-Idiota.- Pude escuchar decir a Ethan en voz muy baja.

Me sentía igual que él. A Ethan no le agradaba mucho Cintia, porque hace unos años se le había insinuado a Camilo frente a él. Y yo odiaba a Betania, por haberme quitado al único chico que me llamaba la atención en todo el colegio.

La verdad, era algo solitaria. No sabía como había conocido a tantas personas, porque no se me daba muy bien conocer a alguien. Pero al conocer a Cintia, mi mundo se volvió mas sociable. Ella los conocía a todos, y todos la amaban... o bueno, casi todos.

-Tengo una idea, ¿Y si vamos de nuevo al agujero?- dijo Betania.

-Mira, sería una gran idea.- dijo Camilo, mirando a Ethan  esta vez- ¿Quieres ir, Ethan?-

-Ehm... bueno, ¿por qué no?- dijo Ethan, mirándome.

-Yo no voy Ethan, lo siento.- dije con toda seriedad. Estaba loco si pensaba que iría de nuevo.

-Yo voy.- dijeron Cintia y Gabriela al unísono, y rieron.

Pero una voz me convenció de lo contario. La de Luis, para ser exactos.

-Deberías ir Cristina. Será divertido.- me dijo, mientras se alejaba de Betania y se acercaba a mi.

Mi corazón palpitó fuerte, mientras su mano tomaba la mía.

-Si no supiera que no te interesa, pensaría que le gustas, Luis.- dijo Betania, mientras se levantaba del asiento y se dirigía al bosque.

Caminamos juntos hacia los árboles que separaban el patio del colegio del bosque, y en seguida, nos perdimos entre el silencio.

Estabamos caminando, y Luis aún no apartaba su mano. Estaba algo tensa, pero feliz de que estuviera conmigo en vez de Betania. 

Llegamos hasta el árbol torcido, en el que a partir de él no había nada vivo. Y ahí estaba, el círculo de piedra pulida y en el centro el diabólico agujero.

Nos acercamos a él, justo como la primera vez. Era incluso más aterrador ir de nuevo a ese lugar.

-¡Vamos a saltarlo!- dijo Camilo, y salió corriendo.

-¿¡Estás loco!?- gritó Cintia.

Camilo corrió con todas sus fuerzas, y saltó en el momento justo. Cayó del otro lado, pero resbaló y cayó encima de Cintia. Mientras estaban en el suelo, se reian.

-Eres un estúpido Camilo.- dijo Cintia, aún en el piso-Ayúdame a levantarme.-

Cintia estiró la mano, y Camilo le tendió la suya. La levantó y se acercaron peligrosamente. Camilo vio a Ethan y se alejó de Cintia.

-Está bien, sigan así.- dijo Ethan, molesto.

La relación entre ellos no estaba bien desde el momento en que Cintia se le había insinuado a Camilo. No había sido fácil para Ethan conseguir con quien tener una relación, pero luego, después de una fiesta del colegio, conoció a Camilo, el chico fortachón que bailaba muy bien. Yo sabía muy bien esa historia porque Ethan era un gran chico, y era mi amigo.

Luego de esta locura entre Cintia, Camilo e Ethan nos paramos frente al agujero. Estabamos Luis, Betania, Cintia, Ethan, Camilo, Gabriela y yo.

Otra vez se oía el ruido de agua, que parecía correr debajo del suelo.

-Aún lo encuentro imposible.- dijo Betania.

-¿Se imaginan que una persona cayera allí dentro? ¿Se iría al Infierno?- dijo Luis.

-No se, pero da miedo.- dije. Odiaba estar ahí de nuevo.

-Vamos a lanzar un pájaro allí dentro, a ver si se va.- dijo Gabriela.

Todos lanzamos miradas de asco hacia ella, que se sintió apenada y se alejó un poco.

-Deberíamos probar a ver.- dijo Betania.

Y en ese momento ocurrió lo impensable, el horror de nuestras vidas. Cintia cayó al agujero, y llamas equiparables a un volcán salieron de él. Un viento fuerte nos arrojó fuera del círculo de piedra a nosotros seis, mientras Cintia trataba de aferrarse a los bordes. Las infernales llamaradas estaban absorbiendola.

-¡Auxilio! ¡Ayudenme!- gritó Cintia, pero nadie lo hacía. Todos estaban alejados del lugar, tirados en el suelo, paralizados por el horror.

Yo caí en un árbol, y me lastimé la mano, de la que brotaba sangre. Me puse de pie, tratando de ayudarla, pero algo me lo impedía.

-¡Mierda, Cintia!- grité. Pensaba que de esa forma ella se salvaría.

Cintia gritaba de dolor y las lágrimas salían de su cara.

-¡No quiero morir! ¡Cristina, sálvame!-

Pero no podía, por más que quisiera, una energía extraña no me dejaba entrar al círculo. En seguida, la cara de Cintia desapareció del agujero, y todo volvió a la normalidad.

Todo era verdad, ese agujero si era real, y se había llevado a Cintia.

El Agujero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora