Lo que había dicho Betania el lunes en el colegio me había puesto a pensar en todo lo que había sucedido. Eso no era cierto, yo no iba a ser la siguiente. De hecho, ¿Por qué habrían de cometerse más desapariciones? ¿Acaso había algún ser del inframundo buscando nuestras almas por haber ocultado el secreto del agujero?
De repente, un destello de algo que podía ser verdad apareció en lo más oscuro de mi mente. ¿Y si era cierto?
La verdad, nunca había sido de las personas que creían en lo sobrenatural, a pesar de ser religiosa y creer fervientemente en la existencia de Dios, la Virgen María y los ángeles. Una vez, mientras asistía a misa con mis padres, mi madre se acercó a mi oído justo cuando el sacerdote explicaba acerca de los ángeles caídos. Para tener unos ocho o diez años, la frase que me dijo me dio algo de miedo.
'El bien existe porque el mal existió primero. Protégete de él, pues siempre estará acechando.'
Ahora, muchos años después, entendí lo que mi madre me quiso decir en aquella oportunidad. Lo había aprendido de la peor manera en la que se puede enseñar a alguien.
Fui a la direción, donde me dieron un pase para tomarme el resto del día libre. Los profesores creyeron que había tenido un simple colapso nervioso debido a que Gabriela, Cintia y yo éramos muy unidas, y la verdad era que no tenía que darles una explicación acerca del horror que viví en mi cabeza. Betania y el resto de mis amigos se fueron de vuelta a clase cuando todo el problema acabó con una negativa de la chica delgada y de cabello oscuro a disculparse conmigo. Luis la había casi obligado a hacerlo, pero el carácter de Betania era mucho más fuerte.
No tomé el atajo del bosque para llegar a la calle donde vivía. No quería acercarme ninguna otra vez a algún árbol, de hecho.
Llegué a mi casa hecha un llanto. Lo bueno era que mis padres no estaban en casa, porque sino habrían pensado algo malo. Me sequé las lágrimas como pude, porque no dejaban de salir y bañarme el rostro. Me senté en la sala y comencé a respirar profundo.
'Ok, Cristina. Lo que viste fue solo una alucinación. Es mejor creer que estás loca a que en realida eso haya ocurrido y Gabriela ahora esté en el más profundo abismo. Betania es una imbécil, la odio, espero que en realidad...'
Mis pensamientos no coordinaban. Por más que trataba de convencerme de lo que había ocurrido había sido producto de mi imaginación desbocada por culpa de la sorpresa, no podía. Estaba atrapada en aquella visión horrorosa de Gabriela siendo casi comida por esos perros del infierno.
Fui a la cocina a tomar un vaso de agua, cuando tocaron el timbre.
'Si llegaron hasta aquí, pueden esperar.' dije mientras llenaba el vaso hasta el borde, a ver si con eso recuperaba parte de los fluidos que había gastado por culpa de la imbécil de Betania. Lo tomé de un solo trago cuando el timbre sonó una segunda vez.
-¡Voy!- grité desde la cocina, llenando de nuevo el vaso. Metí la jarra de agua de nuevo en la nevera y fui a la puerta a ver quién carajo me estaba molestando ahora que sentía odio y rencor. Miré por la rendija de la puerta, y para mi completo asombro, era Luis.
Abrí la puerta y lo vi ahí, de pie, con su atlético cuerpo en una postura relajada que lo hacía lucir incluso más guapo. Sus cabllos oscuros estaban algo desordenados, y sus ojos azules me miraban fijamente en una especie de comunicación no verbal.
-Hola, Cris.- dijo, sonriendo levemente por la comisura de los labios.
-Luis, pasa.- dije, haciendole un lado para que entrara a la casa.
El chico caminó con algo de precaución hasta llegar al sofá, donde se sentó, colocando el bolso del colegio a un lado.
-¿Y bien?- pregunté - ¿Qué haces aquí?-
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El Agujero.
HorrorEn el tranquilo pueblo de San Pablo existe una leyenda que cuenta que toda cosa que caiga en un agujero ubicado en el bosque se irá directamente al infierno. Cristina y sus seis amigos hacen un pacto, cuando un error les cambia la vida para siempre.