capitulo 40

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  La multitud de gente en el centro de México  era sorprendentemente espesa, las calles estaban transitadas por diferentes coches y las aceras llenas de personas por doquier. A Silvia  no le hubiese sorprendido si alguien se desmayaba entre las personas. Jorge  paso su brazo por los hombros de Silvia  y la acerco mas a su cuerpo. Se sentía tan genial poder caminar con el y reír como si en verdad fueran una pareja. Ojála. Ella suspiro y le sonrío cuando él dijo algo, cerro un poco su chaqueta por el frío que empezaba a colarse por su piel dandole escalofríos.

-Hace frío -murmuro ella.
-Ni que lo digas, ¿quién diría que la ciudad de México  estaría tan fría? Siempre pense que era mas un lugar cálido que frío.

Ella asintio y señalo con su dedo un local.

-¡Mira, Starbucks! -dijo la ojiverde  sonriente.

Jorge  pellizco su mejilla y la llevo hasta el local.

-Pareces una niña pequeña emocionada por su muñeca -le dijo divertido.
-Te digo, nunca crei emocionarme tanto en encontrar un Starbucks acá. Siempre ha sido mi delirio y sin ofender, pero estar dos semanas encerrada en tu casa no me ayudaban en nada.
-Pero no pones resistencia alguna, sabes que te gusta cher -guiño su ojo y pidió un Moccacino y un café solo, junto a una magdalena de chocolate.

Silvia  le dio un mordisco a la magdalena y digusto su sabor.

-Hmm, no es tan buena como las de petra  pero es algo.
-Nadie mejor que petra.
-Claro que si, cocinas como profesional -señalo- sería genial que pudiera llevarte a ti o a petra  hasta mi casa -dejo escapar un suspiro y su sonrisa se torno en una mueca.

Jorge  solo la escucho, sin responder, acarició su mejilla y llevo un mechon de cabello detras de su oreja.
El también deseaba poder irse con ella.

-¿Te gustan los caballos? -ella lo miro con un brillo en los ojos, eso le respondía a todo.
-Me encantan.
-Vamos, te mostrare algo -sonrío y sostuvo su mano.

Caminaron unos cuantos minutos hasta llegar a un lugar donde había unos cuantos puestos donde había mujeres con sus tarjetas de Tarot y pinturas de artes, algunas tiendas de tatuajes y piercing y por último paseos en caballos. La cara de silvia se ilumino a ver los caballos atados a un carruaje, siempre le habían encantado los carruajes. Apreto la mano de Jorge  en la suya y luego de haber pagado ambos se montaron en el carruaje. Cuando el caballo comenzo a andar ella miraba fascinada el paisaje. Aunque estaba todo un poco oscuro lograba ver gran parte. Sonrío. Jorge  era tan considerado con ella, generoso, amable y además era un amor.

-Gracias -susurro y apoyo su cabeza de su hombro.
-No tienes porque agradecerlo, cher -sonrío.

Estaba completamente enamorada de él, en su interior aquella declaracíon la hacía sentir tan cálida y a gusto con ella misma.
"Cuando se ama, el corazón es el que juzga" le había dicho una vez su profesora de Literatura. Se aseguraba que Jorge  sentiría lo mismo y decidió dar el primer paso. Se lo diría. Así tal vez ambos podrian comenzar una vida...juntos.

Cuando el caballo se detuvo Jorge  la ayudo a bajarse, Silvia  se le abalanzo encima y le dio un beso. El casi cae ante la sorpresa y respondio al beso pasando sus manos por su cintura.

-Debería darte un paseo en caballo mas a menudo -dijo divertido.
-Jorge...
-¿Si?

Ella tomo aliento y se dio fuerzas para decir esas dos simples palabras. Todo cambiaria, de eso estaba segura pero esperaba que fuera para bien.

-Te amo.

un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora