capitulo 32

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  El resto de la cena paso lentamente acompañada por la risa, sonrisa y miradas; traviesas y dulces de ambos.

Jorge  termino de servir la última gota en la copa de Silvia y le dio un trago a la suya.

Silvia miro su copa llena de vino tinto y rio.

-Intentas emborracharme, ¿no es así? Sabes que no lo necesitas para que haga el amor contigo esta noche -dijo con la lengua pesada. Después de cuatro copas se sentía mareada y perdida.

Jorge se tenso al escucharla decir aquello. Hacer el amor. Aquellas palabras que había escuchado una vez por la mujer que amaba y lo traiciono volvieron a aparecer en su mente. Palabras que incrédulamente pensó que eran verdaderas, honestas. Palabras que lo lastimaron totalmente.

-Silvia nosotros no hacemos el amor, tenemos sexo. Salvaje, primitivo y normal sexo. -le dijo él totalmente serio. La mirada divertida de la ojiverde se volvió totalmente en decepción. Una parte de ella sintió morirse lentamente al escucharlo decir aquello. Era obviamente que él no sentía -o sentiría- lo mismo por ella. Tomo de un solo trago la mitad de la copa haciendo que el lugar diera vueltas.

-Esto es solo temporal -continuo Jorge- Una aventura nada más, no comiences a confundir el sexo con el amor.

Lo que él no sabía es que era demasiado tarde para ello. Con cada minuto que pasa, Silvia estaba en acuerdo con una cosa. Empezaba a enamorarse de él. Tontamente empezaba a enamorarse y no estaba dispuesta a hacer algo para evitarlo.

Ella no contesto, se limito a asentir con suavidad. Estaba más que claro que Jorge no quería una relación y las palabras de Markus volvieron a cruzar su mente: "No necesito a otra zorra que lo lastime".

-¿Quién te lastimo? -espeto ella de repente. Él la miro alarmado y el ambiente se torno más pesado.

-¿Qué?

-Se que hubo alguien antes, no creo que siempre fueras así. Dime, ¿quién fue?

El tono de la voz de ella dulce se torno serio e intento buscar la mirada  de Jorge. Su mandíbula se endureció aun más cuando apareció un tic y apretó los dientes mientras el recuerdo de Amanda pasaba por su cabeza. En ese momento, quiso pararse y dejar a Silvia ahí, pero sabía que no sería lo justo. Aclaro su garganta y cruzo su mirada con la de ella, los ojos verdes de ellale brindaron confianza.

-Cuando cumplí los veinticinco años...-suspiro- Mis padres murieron en un accidente, estaba en proceso de buscar algún lugar en el cual vivir y encontrar un trabajo ya que mi familia no me dejo algún tipo de herencia y solo tenía un titulo en ciencias que no era muy útil. No tenía nada y solo viajaba en autobuses con un par de maletas con pocas cosas, en uno de los viajes que hice conseguí un lugar donde pasar una temporada, era más como un lugar para personas sin hogar y conocí a una mujer, Amanda, era dos años mayor que yo y ella logro que me adaptara a mi nueva vida. Me ayudo a conseguir trabajo, conseguir una casa y estúpidamente le pedí que viviera conmigo, con el tiempo me di cuenta que me usaba solo quería mi dinero y luego la había pillado con otro.

Bajo su mirada hasta su copa y la bebió. Silvia lo miro con compasión y poso su mano sobre la de él.

-Que perra -murmuro- No la merecías.

Un extraño sentimiento se apodero de él haciendolo acariciar la mano de ella con ternura. Curiosamente, le había hecho bien decirle aquello a la ojiverde, se sentía más relajado y en paz consigo mismo. Su corazón sintió lo mismo haciendolo que un calor agradable se apoderará de él. Cerro los ojos. Demonios, no podía volver a estar pasando. Era un idiota. Volvía a comenzar a enamorarse y tenía todas las intenciones de evitarlo esta vez. Tenía que alejarla lo más antes posible.

-Lo sé -se levanto de su silla, extendiendo su mano- No quiero hablar más de ella. ¿Nos vamos?

Silvia acepto su mano y se levanto.

-Vamos. 


me parecio casi aver escuchado al mismisimo cristian grey jaja 
las amo chicas y todas las personas que leen mi novela 

no saben que tan feliz me hacen entrar y ver miles de notificaciones 

un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora