Sintió su estómago gruñir y decidió pasarse rápido por la cocina. Le agradaba ver a Petra, aquella mujer debía tener al menos unos cincuenta años y tenia el espíritu de una mujer de treinta. Era tan feliz y siempre estaba sonriendo, le hacia recordar a su madre, su corazón se escogió al recordarla. Sus ojos marrones seguían grabados en su cara y aquella sonrisa tan hermosa que le hacia abrazarla y saber que con ella todo estaría bien...el simple recuerdo de su madre era lo único bueno de su juventud. Cuando ella murió su padre paso a ser mas frío de lo que era, había hecho la vida de Silvia un infierno. Recordó que paso mas tiempo en internados que en su propia casa.
Alejo todos aquellos recuerdos y saludo a Petra.-Buenos días.
-Buenos días, niña -respondió sonriente- Estas reluciente -comento.Y así se sentía, había algo en ella que había cambiado.
-Gracias -sonrió ¿Hay algo para comer? Muero de hambre
-Puedo hacerte una tostadas francesas con tocinetas.
-Me suena bien -aparto una silla y se sento- Vale.Media hora mas tarde estaba comiendo mientras escuchaba historias de Petra. Sin duda que estaba repleta de sorpresa, le estaba diciendo sobre como a los veintinueve años viajo por casi todo el mundo buscando diversión y placer en los países, en esos viaje conoció a Alberto, su esposo y supo que el seria el hombre de su vida. Silvia sonrió al escucharla y aparto su plato al terminar.
-¿No tienes hijos?
Ella se arrepintió de haber preguntado cuando vio la triste sonrisa de Petra.
-Solo uno, Javier, tengo mucho tiempo sin saber de el -suspiro- Se caso hace cinco años y se mudo a Italia, desde entonces no he sabido casi nada de el.
Silvia supo que a Petra le importaba mucho su hijo y que daría cualquier cosa por volver a verlo. Le devolvió una sonrisa a la mujer y se levanto.-Me encanta hablar contigo, espero hablar luego.
-Claro, niña, también es un gusto hablar contigo.Salio y Silvia vio la ropa en sus brazos y pensó en llevarlo a la lavandería. Subió las escaleras y se sorprendió al ver que no habían mas, pero la casa tenia 3 pisos, eso era raro. Fruncio el ceño al ver que solo tres puertas, todas blancas, en el piso. Vale, el tipo se había equivocado al decir que en la puerta blanca estaba la lavandería.
Abrió la primera puerta y no era nada mas que un tipo de pequeño deposito. Había cajas, porta retratos, fotos y otras cosas. Escucho un sonido en la puerta de al lado como algo golpeando contra el suelo y sintió curiosidad, se acerco a la puerta y la abrió.
: No soy la autora, esta novela es adaptada, nada es real, solo son personajes.
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un mes de placer
RomansaSinopsis La venganza suele ser dulce y aún más cuando el deseo está por el medio. Pero cuando la lujuria y la venganza se combinan. Puede llegar a ser un poco peligroso, pero también excitante.. jorge Salinas un hombre apuesto y más que dispuesto a...