capitulo 25

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  Cinco días más tardes, Silvia paseaba por el jardín trasero de Jorge. Como le encantaba los jardines, siempre habían sido tan relajantes y calmados todo el tiempo, la mayoría de sus libros los había leido  sentada en el jardín de la casa que a veces compartía con su padre. Bufo ante el pensamiento. Podía comprarse cualquier casa de Mexico, podía vivir con Fer, o con cualquier otra persona pero cada vez que volvía  se quedaba en la casa de su padre. Una casa donde su infancia fue triste y egoísta para una adolescente. Sin duda que estaba loca.

Una brisa fría paso por su cuerpo, estremeciéndola. Ya estaba en los comienzos de Diciembre y el invierno estaba llegando a Mexico, a pesar de ser conocida por su calidez y comodidad, el invierno podía ser un poco frio para aquellos que no estaban acostumbrados. Por suerte ella había pasado suficientemente el tiempo afuera para acostumbrarse al cambio de temperaturas en los diferentes lugares del mundo. Se sentó en el verde césped y paso su mano por la hierba fresca y húmeda, una sonrisa se asomo en sus labios al sentirse como una niña de nuevo. La humedad de la hierba le hacía tan bien entre sus dedos, suspiro y se limito a escuchar el piar de los pájaros y que la luz del sol en la tarde se reflejara sobre ella.
Duro unos minutos así y luego se levanto para seguir recorriendo el jardín.

Se acerco a un lugar donde había un montón de rosas rojas y acaricio los pétalos de una de ellas. La textura era tan suave, escucho un ruido y se volvió al sonido. No vio nada o a nadie, se alejo un poco hasta volver a escuchar el ruido, esta vez pudo distinguirlo mejor, un gato. Frunció el ceño al ver como un arbusto se movía, se acerco y aparto algunas hojas para ver a un gato blanco con manchas enredado en el arbusto. Sonrió al animal.
-Hola amiguito creo que necesitas ayuda -estiro una mano para tocarlo pero este siseo- Eh, solo puedo ayudarte si no me muerdes. Solo quiero ayudarte, no te lastimare.

Volvió a estirar su mano hacia el gato y como si le hubiese entendido este se dejo tocar. Quito algunas de las ramas que impedían que se moviera y al final el animal salió. Silvia pensó que huiría al instante pero en cambio se froto contra su pierna y ronroneo, sonrió y se arrodillo para acariciar su pelaje.

-¿Qué haces por acá? No creo que Jorge tenga tiempo para ti.

El gato maulló y se froto de nuevo contra su pierna. Ella lo cogió entre brazos y camino hasta la casa
.
-Te daré de comer, debe de haber algo para ti.

Entro a la cocina y verifico que Petra no estuviera. Lo último que necesitara era que la mujer le chillara por colar un gato en su cocina, era sumamente estricta con la higiene dentro de ella.

Abrió la nevera y cogió el cartón de leche fría que estaba a medias, luego busco un plato hondo y se fue hasta su habitación con el animal. Una vez adentro puso el gato sobre el suelo y coloco la leche en el plato para dársela, se acerco hasta el plato cautelosamente y luego lamio la leche para tomarla con gusto.

Sonrió y acaricio el lomo manchado del gato.
-Eres muy bonito...o creo que debo decir bonita -rio al darse cuenta que era hembra- Me encantaria quedarme contigo, nunca tuve una mascota.

Paso minutos esperando a que la gata terminara de comer. Silvia se levanto de la cama y salió de su habitación. La gata la siguió, sigilosa, sin que Silvia se diera cuenta. Camino por el pasillo hasta escuchar una maldición, se volvió y vio a Markus coger al gato entre brazos para sacarlo.

-¡No! -ella exclamo y se acerco a Markus para agarrar al animal.
-A Jorge no le gusta los animales, en especial los gatos -barrio con la mirada al felino y clavo sus ojos en ella- Para ser la amante de él no sabes mucho, eh?

Silvia  se quedo boquiabierta ante su comentario. ¿Cómo demonios...?

-No sé de que hablas -replico ella.
-No soy idiota, no hay que ser un genio para saber que te acuestas con el todas las noches -bufo- Se que eres expositora, no necesitas trabajo, y estas en la casa del enemigo de tu padre. Se toda la historia, amor.

Ella se quedo sin palabras, no sabía en verdad que decir. Markus se paso una mano por su joven cara y suspiro.

-Solo te pido que no lastimes a Jorge, ya una vez una zorra le fastidio la vida no creo que necesite otra.

Instintivamente, Silvia le dio una bofetada. Le había llamado zorra, el hombre se toco la mejilla roja y la miro.

-Vale, lo merecía.

Pasó por su lado y se fue.

un mes de placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora