17. GPS

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Me encontraba durmiendo en la calidad de mi cama, cuando mi teléfono vibro en la mesa de noche, insistente. Supe que era una llamada pero me negaba a despertarme ¿Qué puedo decir? Amaba dormir más que a nada en el mundo. 

Entre sueños pensé que probablemente podía llegar a ser algo importante, por lo que atendí sin ver el identificador. Grave error.

—Hola —dije y aclaré mi garganta. Mis ojos que aún se encontraban cerrados, se abrieron de golpe al escuchar esa voz. Esa maldita voz. 

Zoe al fin me atendes. Tenemos que hablar, urgente —dijo del otro lado. Yo aún me encontraba sorprendida. 

—A-axel —dije con un hilo de voz intentado que lo que venía sonara firme —No tenemos nada que hablar. 

¿Cómo que no? —dijo en tono molesto —Me abandonaste sin darte ningún tipo de explicación y yo aún te amo Zoe, de verdad lo hago vos...—corté la llamada. 

No quería escucharlo. Me negaba a creer que eso había sucedido. Aun dolía y mucho, aun sentía que había sido ayer.  

Me levanté de la cama, me cambié y luego de hacer mis necesidades en el cuarto de baño salí a la calle. Necesitaba caminar, despejarme, irme lejos. Ni siquiera había tomado mi típico café mañanero. Lo cual significaba que algo en mi realmente andaba mal y era cierto. 

Me encontraba confundida, aturdida. Ya no lo amaba pero no entendía el porque del dolor tan profundo al escuchar su voz. No entendía porque esa voz que en algún momento me hizo tan feliz hoy me lastimaba. 

No se cuanto caminé, solo sé que habían pasado unas cuantas horas. Visualicé una plaza a unas cuadras de donde me encontraba y literalmente corrí a ella a sentarme. Al llegar estuve varios minutos sentada en uno de los bancos, pero finalmente decidí sentarme en el césped ya que era algo que me relajaba. 

Necesitaba pensar. Había tantas cosas en mi cabeza que ni yo misma entendía. 

Por un lado estaba Axel. Mi patético e infiel novio. Mi primer amor, el primero a quien me había entregado en todos los sentidos. Mi amigo, mi consejero, el gran amor de mi vida, que repentinamente de un día para el otro cambió su actitud conmigo. Comenzó a decir que esto de Youtube no me llevaría a ningún lado. Que no podía soportar mis viajes, mis horas encerrada grabando o editando con mi hermana, mis salidas con el que siempre se veían interrumpidas por alguien que quería una foto conmigo. Me ponía en su lugar y lo entendía, pero esta era mi vida. Amaba hacer eso, amaba a mis fans y dejaría cualquier cosa por ellos. 

Supongo que el rencor y el resentimiento por haber puesto mas atención en lo que amaba hacer que en nuestra relación, lo llevó a engañarme. Y eso si que no lo entendía. El podría haber dicho algo como ''Mira, no va mas esta relación así. Terminemos'' Si, eso hubiese dolido pero sería lo correcto. En su lugar, prefirió engañarme. En mi casa y con la persona que erróneamente hasta ese momento llamé mi mejor amiga. Absurdo, lo se. Soy de esa clase de personas a las que nunca se le da bien confiar en la gente. 

Y por otro lado estaba Ruben. El y su estúpida apuesta. Maldita la hora en la que la acepté. Si, el muy idiota me gustaba, pero no estaba enamorada de el. Es que a ver, a cualquiera le gustaría un chico así, divertido, desvergonzado, inmaduro, y a la vez guapo y adorable. Incluso a un hombre le gustaría, incluso a... Mangel. Reí pensando eso. Estaba tan confundida. 

Ahogué un grito de frustración mordiendo mi labio inferior y una lágrima rodó por mi mejilla, y otra, y otra. Así hasta llorar desconsoladamente como cuando era una niña. Nunca me había sentido así, sin saber que hacer con mis sentimientos. 

Era obvio que no volvería con Axel ni en mil años luz. Pero también era cierto y lógico que Ruben no sentía absolutamente nada importante por mí, entonces solo era yo contra mis sentimientos. Pensé que una opción sería dejar de verlo, pero si se lo decía el se daría cuenta del motivo.

Qué frustración. Desearía que todo esto fuera un sueño. 

Finalmente alejé esos pensamientos y decidí volver a mi casa. De más está decir que cuando intenté hacerlo, me dí cuenta que no sabía que calle había transitado para llegar a la plaza. No sabía volver ni tampoco recordaba como había llegado. Bufé indignada y me maldije por no haber prestado atención. 

Finalmente desbloqueé mi celular. Pude ver que tenía unos cuantos mensajes y menciones en Twitter que revisaría luego. 

Llamé a mi hermana. 

Holiwis —dijo ella.

—¿Dónde estás? —pregunté un tanto desesperada.

Estoy haciendo unas compras para un nuevo video que se me ocurrió —quise interrumpirla pero ella siguió hablando de todos modos—No sabes, me pararon tres chicas para sacarse una foto en cuestión de una cuadra ¿No es genial? Me siento Megan Fox —dijo riendo y yo la interrumpí.

—Clara, escuchame. Me perdí necesito que...

¿Cómo que te perdiste? —me interrumpió riendo.

—Callate y escuchame idiota —dije y ella me dejó hablar —Necesito que vengas a buscarme.

¿Acaso crees que se como llegar a donde sea que estés? —si, bueno, tenía razón —Pasame las calles por Whatsapp y enviaré a alguien a que vaya a buscarte. 

—Está bien, gracias te amo —dije 

De nada coño, joder, ostia, te amo —reí.

—Que idiota sos —y corté la llamada. 

Luego de enviarle las calles a mi hermana, esperé unos cuantos minutos parada en la plaza. Nadie venía por mí. Estaba oscureciendo y eso estaba muy mal.

Finalmente divisé un taxi en la esquina de dicho lugar y de este pude ver bajar a Rubius. ¿En serio, Clara? ¿De todos nuestros amigos tenías que mandar a Ruben? Maldita idiota. Debía recordar golpearla por eso. 

 Él caminó hacia mí con una sonrisa burlona que quise borrar de un golpe. Pero no debía ser desagradecida, al menos había venido por mí. 

—Hola —dijo aún con una sonrisa aunque esta era amigable.

—Dios, creí que iba a morir acá —dije un tanto exagerada —Gracias —sonreí y el habló. 

—Te extrañaba —dijo acercándose a mi. El acercamiento dolía en mi interior. Finalmente tomó mi rostro y me dio un corto beso el cual no pude evitar corresponder. Estúpida. 

—Si, como sea—dije obviando lo que había dicho —¿Podemos irnos? Tengo frío y hambre, estuve todo el día en esta puta plaza. El rió y asintió. 

—A unas cuadras hay un pequeño restaurante al que podemos ir si quieres —yo asentí y luego me maldije por eso.

—Vale —dijo mientras tomaba mi mano. Para guiarme el camino, supuse.   

Si claro, guiarte el camino. Ilusa.

 —Sabes... —dijo y yo lo miré —Hay una aplicación para móvil llamada GPS —dijo y rió, a lo que yo solo golpee su hombro. 

Idiota.  

Game Over 》RubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora