En mi morada

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Al llegar a mi casa un pesado silencio invadía toda la sala y una borrosa luz se encendió ante mis cansados ojos, genial, lo único que me falta: un jodido regaño.

---¿Hasta ahorita se te dio la gana regresar? ¿Donde estabas?---.Mi madre comienza a gritar.

---No es tan tarde, son las 10:14---Digo con la más calmada tranquilidad para evitar problemas.

---¿Donde chingados estabas?---Me toma del brazo.

Eso me hace enojar y me zafo con fuerza.

---No me grites---Digo en voz baja---¡No me hables así!

---Te hablo así por la hora que es, Elsa. ¿Con quien estabas?

---¡Sola, dando la vuelta, estar aquí encerrada me enferma!

---¡No me mientas!

---Cree lo que quieras. ¿Donde está mi papá?

---Elsa, por favor. Dime donde estabas, no vuelvas a llegar tan tarde, sabes el peligro que corres...

---Apuesto a que ni te importa. ¿Ya viste si tu bebé Adrian comió? Preocúpate por él.

---No digas eso, ese no es el tema... Es diferente contigo.

---Cómo siempre. ¿Sabes que? No quiero discutir, hasta mañana.
Me dice algo pero la dejo hablando sola y me pongo los audífonos.
Y me voy de ahí con una felicidad interna porque nada puede quitarme el beso que Vincent me dio. Un regaño, una grosería, un grito, absolutamente nada me quita este magnífico sabor a gloria. Mi madre está pensando que me fui de puta. En realidad no importa porque besé a Vincent. Mi padre no está en casa y seguro está bebiendo, pero no importa porque besé a Vincent. Mi hermano está estúpido y no importa porque: ¡besé a Vincent!

Un amor demoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora