Cuando Vincent abrió la puerta de su morada, se le notaba algo nervioso y desesperado, así que pregunté, dijo que me estaba esperando y guardó una mochila negra en su closet. Tiene mucha ropa de color morado. En seguida me dijo que me sentara en el sofá y me preguntó sobre mi tercera y cuarta noche.
---Me desmayé---le empecé a contar.
---¿Ves? Si me hubieras dejado entrar contigo yo te pude haber cuidado.
---Pues sí pero... ayer ya no estuve tan nervio...
---¿Y qué pasó?---Me interrumpió.
---Bueno, cuando desperté vi a mi mamá con otro hombre que...
---¿A tú mamá? ¿Qué hacía allí tu mamá?---Volvió a interrumpir.
---Va por mi todos los días cuando acaba mi turno, a las seis.
---Ja---sonrió y miró el piso---Sabía que no podías sola. ¿Quien era el otro hombre?
---Sí puedo y era el vigilante diurno, su nombre es Jeremy...
---¿Jeremy?---Lo dice como para sí mismo---¿Hablaste con él? ¿Te dijo algo?---Me tomó de los hombros y me sacudió como un trapo---¡Contéstame!
---¡Suéltame!---Me zafé---No le dije nada, no hablé con él, sólo se presentó conmigo y ya.
---No puedes sola, hablas con Jeremy, va tu madre a recogerte...
---¿Conoces a Jeremy?---Traté de no hacer caso a su palabras.
---Sí... él tomó mi lugar...
---¿Por qué tanto miedo de que hable con él?
---Elsa, a ver... va a querer que declare... que vayamos a la policía y... y... no quiero eso... tú sabes porqué.
---¿Y sabes que? El tipo del teléfono me dijo que los animatrónicos estaban actuando muy raro, pero con los niños no, nada mas con los adultos---Hice una pausa.---Creo que debería hablar con Jeremy, quizás el sepa algo o me resuelva dudas.
---¡No, ni te atrevas a hablar con él! Elsa, ¿ves? No puedes sola y luego tu madre yendo por ti, vaya madurez.
Eso me ardió e hizo de mi sangre lava volcánica.
---¿Madurez? El que no puede solo eres tú. Deberías afrontar tus problemas, ve a la policía, declara y tal vez puedas dormir.
---Eso dices porque no estás en mi posición, ni sientes mi dolor.
---Tú tampoco sientes mi presión ¿Y sabes algo más? Nadie en tu puta vida va a sentir tu dolor. ¡Nadie! Me hablas de que soy inmadura, que no puedo sola, pero ¿y tú?
---¡No puedes... decirme eso! No sabes nada sobre mi.
---Es verdad no se nada---pensé "este es el fin".---Y no quiero saberlo. Espero que algún día salgas a la calle sin miedo y que duermas sin necesidad de pastillas.---Empecé a levantarme del sillón.
---Espera. ¿Te vas?... Espera...---Tomó mi mano derecha...---¿Te vas a ir sabiendo mi secreto? ¿Así nada mas?
Estoy rogando al cielo que me de fuerza cósmica para dejarlo.
---Me voy a ir, no le diré a nadie.---Me solté de sus manos.
---¡No debí contarte! ¡Maldita la hora en la que confié en ti! Eres igual a todos esos estúpidos humanos con vidas mediocres, eres igual.
Y comenzó a llorar, a llorar muy fuerte, casi gritando, pero esta vez no me dirigí a sus brazos, me dirigí hacia la puerta.
***
ESTÁS LEYENDO
Un amor demorado
RandomElsa tiene 17 años y en medio de su locura juvenil, se enamora de un misterio.