Todo comenzó un 10 de septiembre.
Yo vivía en un barrio muy tranquilo de Alicante. Vivía sola, pero estaba bien. Estudié un ciclo superior de administración y, tras encontrar trabajo en un bar, me independicé. Tenía 22 años por ese entonces.
Era martes. Mi día libre. Decidí gandulear un poco, es decir, pasar el día viendo películas o series y comiendo helado de chocolate con almendras.
Me tumbé en el sofá después de haber buscado las tres películas que vería hoy. Veía la televisión mientras comía mi helado, cuando sonó el timbre. No esperaba visitas. Dejé caer la cuchara en la tarrina y lo dejé en la mesa. Me levanté de mala gana y abrí la puerta. Me encontré con un joven de mi edad, más o menos, castaño, ojos oscuros y con un paquete en sus manos.
-¿Nerea Gómez? -preguntó.
-Sí. Soy yo -susurré.
-Traigo un paquete para usted -dijo mientras me entregaba un papel y bolígrafo para aceptar la entrega – Firme aquí por favor -dijo señalando la esquina del papel.
Firmé y me entregó el paquete. Miré el paquete sorprendida. No esperaba nada y menos un paquete. Vi el sello y no tenía remitente así que solo me quedaba la opción de abrirlo para salir de dudas.
Me acerqué al sofá y apagué el televisor. Cuando me senté, decidí abrirlo. Era una caja pequeña, rectangular, no más grande que una caja de cereales. Quité la cinta y lo abrí. Había un papel con un texto y bajo éste otro que tapaba lo que había debajo. Cogí el papel y lo leí en voz alta.
-”Mira las fotografías y luego lee el resto”.
Dejé el papel en la mesa y levanté el que tapaba las “fotografías”. Encontré varias boca abajo, además de otro trozo de papel con más texto. Cogí la primera fotografía y le dí la vuelta. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Era mi madre y mi hermana en la puerta de su instituto. Cogí otra fotografía. Salía mi hermano mayor en su trabajo. Cogí la última con los nervios ya ha flor de piel. Se veía a mi abuela en el salón de casa hablando con mi padre.
¿Quién me había mandado aquello? ¿Cómo sacó las fotografías? Y lo más importante, ¿qué quería de mi? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Cientos de dudas y miedos atenazando mi mente. Entonces, recordé la nota. Todavía tenía que leer el otro papel. Dejé las fotografías sobre la mesa temblando y agarré el papel.
“Ahora que ya sabes que tu familia puede correr peligro, solo te queda una opción. Sigue mis instrucciones al pie de la letra.
1. No llames a la policía o los mataré.
2. Haz siempre todo lo que te ordene.
3. Si cumples las dos anteriores, te dejaré vivir.
Tu nuevo jefe: T.R.M.”Dejé el papel sobre la mesa. Me quedé bloqueada. No podía decirle a nadie. La policía descartada. Mis amigos no lo entenderían. Mi familia se asustaría y, tal vez, los pondría en más peligro del que ya estaban metidos. Vaya forma de empezar el día.
Volví a leer la nota. Órdenes. Tenía que seguir sus órdenes. ¿Cuáles? ¿De qué tipo? Más preguntas sin respuestas. Respuestas que tal vez nunca llegarían. Miedo. Eso es lo que sentía. No por mi, sino por mi familia. Mis padres nunca se han mostrado del todo cariñosos. Yo creo que ella no lo ama. Mis hermanos siempre han sido muy unidos a mi. Y mi abuela es muy importante para mi. Siempre estuvo ahí. Mi padre es como cualquier otro padre. Los quiero y no quiero que les pase nada. No me quedaba más remedio que aceptar que estaba a merced de un completo desconocido y que tendría que entrar en su juego sin sentido si quería salvarlos a todos.
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Instinto Psicópata
Action¿Qué hacer cuando te llega un paquete con fotografías de tu familia y una nota amenazante?