Pasaron dos días. Dos días sin recibir más noticias de mi nuevo “jefe”, como él se denominaba. Dos días en los que seguí yendo al trabajo. Dos días en los que, al llegar a casa, mi única preocupación era qué iba a pasar con mi vida.
Estaba en el trabajo, a punto de salir, cuando recibí un mensaje. Miré la pantalla y se podía leer claramente un “número desconocido”. Abrí el mensaje con miedo ya que seguramente era él.
“Hola Nerea. Cuando vuelvas a casa verás un sobre en tu buzón. Ábrelo y lee con atención”.
Lo que faltaba. Tenía mi número de móvil y sabía dónde vivía. ¿Tan fácil era conseguir esa información hoy en día? Guardé el móvil y me despedí de mis compañeros y jefe.
Vivía bastante cerca de mi trabajo así que en menos de diez minutos ya estaba en el portal del bloque. Abrí el portón y miré a mi derecha, dónde estaban los buzones. Miré mi buzón y se veía un sobre marrón sobresaliendo de éste. Lo agarré y subí a mi piso.
Dejé mis cosas en el aparador, me descalcé y me preparé un café bien cargado. Cogí el café y me senté el el sofá. El sobre descansaba sobre la mesita. Lo cogí y lo inspeccioné. No tenía remite y solo ponía mi nombre así que seguramente lo dejó en persona. Dí un trago al café y abrí el sobre. Solo contenía un papel.
“A continuación, te dejo tu primera misión.
Deja tu trabajo. No te preocupes por el dinero.
Cambia tu aspecto, totalmente.
Mañana llegará otro paquete. Sé que sabrás usar bien mi próximo regalito. Allí tendrás más detalles de tu misión.
T.R.M.”Solté un suspiro y empecé a hacer lo que me pedía. No lo veía tan difícil. Terminé mi café y llamé a mi jefe. Un tono, dos tonos...
-Hola, Nerea. ¿Algún problema? -contestó Miguel, mi jefe.
-No, para nada. Es solo que...dejo el trabajo -dije.
-Pero, ¿por qué? -preguntó.
-Son cosas personales. Lo siento -dije intentando sonar segura.
-Está bien. Cualquier cosa que necesites ya sabes dónde estoy. Siempre serás bien recibida.
-Gracias por todo. Hasta pronto.
-Adiós, Nerea -y colgamos.
El primer paso ya estaba listo. Luego tocaba realizar un cambio de look. Cogí mi bolso y me dirigí a la peluquería más cercana. Al entrar vi que no había ningún otro cliente, es decir, nadie más que la peluquera sabría de mi cambio. Le pedí un cambio radical, lo que ella quisiera y eso hizo.
Tenía mi castaña melena por la cintura y acabó un poco más abajo de los hombros, lo justo para poder recogerlo en una coleta. Le pedí que lo tiñera y decidió utilizar un negro azabache. Tras esto me dirigí rápidamente a la óptica. Sí, llevaba gafas. Mis ojos eran de un color verdoso así que compré unas lentillas de color marrón oscuro. Finalmente, recorrí varias tiendas del barrio para comprar ropa. Estaba a punto de entrar a una tienda cuando recibí un mensaje.
“Compra ropa cómoda y oscura. Me lo agradecerás”.
¿Me espiaba? No había visto a nadie fuera de lo común en el trayecto hasta aquí ni en ningún otro lugar. Solo podía significar que me estaba siguiendo.
Mi típico estilo de vestidos floreados, blusas y faldas se quedaban atrás. Escogí leggins negros, vaqueros, camisetas, chaquetas y botas y tenis también negros aunque algunas prendas tenían otros colores. Tampoco quería ser tan “oscura”.
Llegué a casa y dejé las bolsas en mi dormitorio. Me tumbé en el sofá y, por un momento, intenté relajarme y dejar de pensar en todo lo que había hecho y eso que aún no sabía la que se me avecinaba. El juego acababa de empezar.
ESTÁS LEYENDO
Instinto Psicópata
Action¿Qué hacer cuando te llega un paquete con fotografías de tu familia y una nota amenazante?