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Casi las dos de la madrugada y por fin llegué a casa. Me quité el vestido y el maquillaje y me puse mi pijama. Me recogí el cabello en una trenza y me tumbé en la cama. Demasiadas emociones para un solo día. Acababa de matar a una persona. No me afectaba tanto como esperaba. Tal vez fue porque desde pequeña estuve acostumbrada a ver los archivos de mi padre donde tenía fotografías de las víctimas.

De repente, sonó mi móvil. Era un mensaje de él. ¡Cómo no!

"Muy bien hecho, Nerea. No ha sido tan difícil, ¿no?

Sé que poco a poco esto te comenzará a gustar. Haré que tengas ese mismo instinto piscópata que tengo yo.

Por otra parte, no te preocupes. No tengo pensadas muchas víctimas más. Solo las justas y necesarias, las que merecen pagar por todo lo que hicieron.

Prepárate para eliminar a tu jefe anterior. Mañana irás al bar a devolver tu uniforme y las llaves. Saca una copia de éstas.

Pd: A partir de mañana podrás contestar a mis mensajes; es más, te lo exigiré.

T.R.M.".

¡Hijo de puta! Mi instinto psicópata... Ese hombre si que estaba loco. "Las justas y necesarias" y, ¿esas cuántas son? Maldito desgraciado. ¿Mi jefe anterior? ¿Miguel? Oh, Dios mio. ¿Qué demonios había hecho Miguel para merecer morir? En ese momento no podía pensar en ello, no tenía fuerzas. Necesitaba descansar.

Al día siguiente, me desperté sobre las once de la mañana. Me arreglé como solía hacer antes, desayuné y salí. En primer lugar, me dirigí a una ferretería, que no estaba precisamente cerca, y saqué la copia de las llaves que me pidió "mi jefe". Después, fui al bar.

Allí me esperaba Miguel.

-Buenos días, Nerea. No sé por qué dejas esto, pero supongo que tú mejor que nadie sabrás los motivos. Solo espero que te vaya bien en tu nueva vida -me dijo nada más verme.

"Me va de maravilla, obligada a matar" pensé aunque le sonreí.

-No te preocupes. Todo va bien. Aquí -le dije entregándole una bolsa -tienes mi uniforme y las llaves.

-Bien. Hasta pronto, Nerea -se despidió.

-Adiós. "Esta es la última vez que te veo, Miguel" pensé.

Salí de allí y me dirigí a un bar que había un par de calles más abajo. Me senté en una de las mesas de la terraza y, en cuanto llegó el camarero, le pedí un café.

Al poco de traémerlo, sonó mi móvil.

"Bien hecho. Esta noche, después del cierre del bar, entrarás por la parte trasera. En casa te espera un paquete. Haz lo que te indico en él".

No me dejaba ni respirar. Terminé lo más rápido que pude el café, pagué al camarero y me fui a casa. Justo delante de la puerta había un paquete. ¡Qué asco le estaba cogiendo a los paquetes! Lo cogí y entré. Me senté en una de las sillas del comedor y lo abrí.

Como siempre había una nota. La cogí y la dejé a un lado de la mesa para ver qué más había. Debajo había un móvil, un pen drive, unos guantes y...¿una bomba?

¿De qué iba eso? Cogí la nota. Esta era más larga que las anteriores y tenía un paso a paso muy bien especificado. A ver cuál era la sorpresa que me deparaba.

Instinto PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora