-Estoy tomándome un año sabático y después empezaré a buscar trabajo -le contesté.
Seguimos charlando durante un rato, intercambiamos nuestros números de teléfono y quedamos en volver a vernos.
Me dirigí al centro de la ciudad. Me apetecía recorrer sus calles, el alboroto de gente corriendo porque llegan tarde a quién sabe dónde o por mera costumbre. Cerca de las 9 llegué a casa.
Me tumbé en el sofá para relajarme un poco. Tenía mucho que pensar.
Lo que sí me quedó claro es que el hombre que buscaba Sonia era mi jefe. Entonces solo me quedaba averiguar quién ras ese hombre y por qué me estaba haciendo esto.
Hace unos días recibí otro mensaje de mi “jefe”. Decía que tenía una semana para hacerme amiga de Sonia y robar unos documentos que tiene en su casa. De esto ya hacía cinco días, así que solo tenía esa noche y el día siguiente para conseguir todo lo que quería.
Llamé a Sonia y me dijo de cenar en su casa. Acepté y fui hacia allá. Cuando llegué la encontré un poco decaída y le pregunté qué le pasaba. Al parecer tenía problemas con su pareja y lo acaban de dejar.
En verdad me daba un poco de lástima, pero ¿qué podía hacer yo?
Tras cenar me contó todo con lujo de detalles y le dio un ataque de ansiedad. Me dijo que la noche anterior no había dormido nada y que estaba agotada.
Me pidió que fuera a su baño a por unas pastillas para dormir que tenía. Se las llevé y me fui. Supongo que se acostó nada más tomárselas porque entré como a los diez minutos y no se oía nada.
¿Cómo entré? La ingenua dejó las llaves encima de la encimera y ni cuenta se dio de que se las había quitado. Rebusqué por los cajones de su escritorio hasta que encontré un sobre que ponía “T.R.M & M.V.S”. Creo que eso era justo lo que buscaba. Lo agarré junto a la libreta que había al lado del ordenador, la misma que llevaba aquel día en el bar y su ordenador también. Dejé las llaves en la encimera de nuevo.
No pasaba nada si encontraban mis huellas. Dos días antes me dejó las llaves para que abriera mientras ella hablaba con un vecino.
Salí de allí como si nada y me fui a casa. Al día siguiente, saqué copias de todos los documentos y las guardé en mi mesita de noche. Encendí el ordenador y busqué en él. Allí no había nada de interés. Al parecer estaba todo en esos papeles hasta que miré sus correos y vi uno de Miguel Vázquez. Lo abrí y allí estaba la misma información que había copiado de su ordenador. Lo pasé a un pen drive mío y lo apagué. Ya era hora de averiguar quién era mi jefe.
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Instinto Psicópata
Action¿Qué hacer cuando te llega un paquete con fotografías de tu familia y una nota amenazante?