Me costó encontrarla. Mucho. Pero ya tenía la peluca. Era igual a mi cabello anterior. También conseguí el vestido para esa noche. Eso no me costó tanto.
Escogí uno de color rojo, largo pero con una raja en la falda hasta más de la mitad del muslo, con un solo tirante y pedrería incrustada en la parte superior. Supuse que con algo así si atraería a Steele. Llegué a casa y me lo puse junto con unos tacones negros y un pequeño bolso a conjunto.
El cabello lo puse todo hacia un lado y ligeramente ondulado. Atoré algunos mechones con horquillas y me maquillé de manera sencilla. Un simple efecto ahumado para los ojos y un potente labial rojo. Metí mi móvil y el veneno en el bolso y me dirigí al hotel.
Al salir me subí al taxi que había llamado unos minutos antes. Jake Steele era un afamado ricachón de la zona que residía allí. Se creía que llevaba algunos negocios ilegales relacionados con tráfico de personas, pero no había pruebas que lo demostraran. Lo que mi “jefe” me pidió era arriesgado, pero la parte de acercarse a Steele la veía fácil ya que también se le conocía por coquetear con cualquier mujer.
Llegué al hotel y me dirigí a la entrada. Había mucha gente invitada. La mayoría eran grandes empresarios y gente adinerada de la zona. Llegué hasta el segurata y éste me dijo:
-Dígame su nombre, señorita.
-Rebeca Carter -respondí.
Al parecer Rebeca Carter era una supuesta invitada más a la fiesta de la que nadie había visto nunca su rostro. Lo que nadie sabía es que era una persona ficticia que mi “jefe” había inventado días antes del evento.
-Pase -contestó el segurata.
La parte de entrar ya estaba lista. Ahora quedaba encontrar a Steele. Barrí con mi mirada toda la sala hasta que lo encontré en la barra del bar tomando un martini. ¡¡Esos ricos!! Me acerqué hasta él y lo “saludé” con una sonrisa. Steele levantó la vista de su martini y me miró.
-Hola, hermosa. ¿Cómo te llamas? -preguntó.
-Soy Rebeca. Rebeca Carter -contesté susurrando.
Me miró alzando una ceja y volvió a sonreír.
-Así que tú eres la misteriosa Rebeca Carter. Un placer ser el primero en saberlo.
“Y el último”, pensé yo.
-¿Te apetece una copa? -preguntó.
-Claro, pero tómese algo conmigo, ¿no? -pregunté batiendo levemente las pestañas, coqueteándole, ya que se había terminado su martini hacia escasos segundos.
Steele pidió dos copas al camarero. Éste nos las entregó prácticamente al instante y, justo en ese momento, otro ricahón se acercó y se pudo a hablar con Steele. Era ahora o nunca.
Abrí disimuladamente mi bolso y saqué el veneno. Eché un par de gotas en su copa, la moví un poco y la dejé de nuevo sobre la barra a la vez que guardaba el veneno de nuevo en mi bolso. Cogí mi copa y le di un pequeño sorbo.
Al poco, Steele se despidió del otro tipo y se giró hacia mi.
-¿Por dónde íbamos, linda? -preguntó.
Me reí y le contesté:
-Ibas a tomarte tu copa y bailar un poco conmigo.
Steele se tomó todo de un trago. Aproveché para decirle que necesitaba ir al baño así que me levanté y me dirigí hacia él. Estando dentro, se comenzó a oír gritos y mucho alboroto. El veneno había hecho efecto ya.
Salí y vi a Steele en el suelo. Había un médico allí, uno de esos prestigiosos médicos privados. Lo atendió y dijo que estaba muerto. Salí de allí aprovechando que había muchas personas que huían aterradas por la situación.
No sabía que era tan buena actriz. Parece que los 3 años de teatro en el instituto estaban dando sus frutos. Ahora Steele ya estaba muerto y con ello mi primera misión estaba completada con total éxito.
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Instinto Psicópata
Action¿Qué hacer cuando te llega un paquete con fotografías de tu familia y una nota amenazante?