♛ Doce ♛

1K 168 41
                                    

El día siguiente fue domingo, por lo que fui a buscarla a su casa y pase varias horas afuera de la puerta de esta, pero ella jamás acudió a mi llamado.

El lunes, día de clases la busque entre todos los alumnos, pero según contaron, no se había presentado y como no, sólo éramos unos pocos los que asistíamos el último mes de clases, por lo que toda esa semana, me fue imposible localizar a Barbie.

No fue, sino hasta la semana siguiente, cuando mis ojeras estaban batiendo un récord mundial y mis ojos rojos e hinchados llamaban más la atención de la debida, que la vi al otro lado del pasillo.

Llevaba su cabello de oro recogido en una coleta y llevaba un jean deslavado con una blusa con una frase motivadora, según era la moda.

Platicaba con alegría con el chico frente a ella, por lo que, cuando vi que se despedían con un abrazo, me escabullí entre todos, hasta que logre llegar a su lado y la sostuve por el brazo, para que no se retirara.

— ¿Qué fue lo que paso? —susurre, intentando que mi voz no se notará demasiado quebrada.

—Terminamos. —Para ella parecía tan fácil decir algo que a mí me hería a dimensiones catastróficas.

Tome con algo más de fuerza su brazo y por intuición supe que le dejaría una marca en su delicada piel, por lo que afloje mi agarre solo un poco.

—Eso lo sé... Pero no entiendo la razón, ¿acaso te he fallado en todos estos meses? —Reclamé casi a punto de llorar— Me dejas de un día a otro y es como si jamás  hubieran existido todos esos momentos que vivimos juntos.

Barbie aparto con delicadeza mi mano y evitó mirarme.

—Soy una Barbie...

— ¡¿Y eso que tiene que ver?! ¡Tu nombre o tu apariencia no tienen nada que ver con tu mentalidad!

— ¡Si tiene que ver! —gritó ella, al igual que yo, perdiendo la paciencia— Las Barbies tenemos prohibido enamorarnos de nuestros dueños temporales. Jamás podemos pertenecerle a nadie, porque cuando crecen se olvidan de nosotras y pasamos a ser propiedad de algún otro. Es más, deberías alegrarte que fuiste con el primeroy quizá el último con él que dure más. Pero eso se acabo —me miró, con los ojos rojos— Acepta lo que soy, porque de esto te enamoraste; de una Barbie que todo el tiempo intentó ser diferente a las demás, pero jamás lo logró.

—No Barbie, te equivocas. Por eso me había enamorado de ti, por intentar ser diferente al resto de las de tu tipo, huecas por dentro y en todos los sentidos. Pero ahora lo entiendo... Jamás fuiste diferentes a las demás y el único que se equivocó en sus opiniones y decisiones, fui yo.

Ambos nos miramos, a punto de rompernos frente al otro y con muchos espectadores alrededor.

—Lo siento Barbie, pero todo fue una equivocación.

Intenté demostrar un orgullo del cual en verdad carecía y me di la media vuelta, antes de salir del pasillo; con las lágrimas a punto de salir y dejando atrás, a quien había sido el amor de mi vida.

BarbieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora