Capitulo 5 - "El Viejo Encino y lo que vino después"

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Emily descalza condujo a Edmund a las fueras del campamento, se adentraron donde comenzaba una pequeña parte de bosque, hasta que llegaron a un encino con un tronco tan grueso que podía suponerse que era de los arboles más viejos en Archenland, además tenía incontables ramas llenas de follaje verde.

-Hola-saludo Emily, al principio Edmund no sabía a quién saludaba, pero se dio cuenta de que era al árbol puesto que la niña se recargo sobre su tronco como si lo estuviese abrazando.

- Si me permites subiremos arriba- dijo Emily aun hablando con el árbol y entonces como en un estremecimiento, este movió su follaje verde dejando caer algunas hojas sobre lo niños.

-Sube no hay problema, ni tampoco lo hay por tu amigo; para mí será un honor que uno de los reyes de Narnia este tan cerca de mi- respondió el espíritu del árbol que era un espíritu viejo, cansado pero muy vivido aun y muy feliz. Edmund no sintió miedo puesto que en Narnia y en Archenland los arboles también son seres parlantes, las dríades viven en ellos.

-Ven Edmund- dijo Emily que comenzó colgarse por el árbol para escalarlo, pero lo hacía con mucho cuidado porque sentía gran respeto por el Viejo Encino. Edmund la siguió después de decirle "con su permiso" al Árbol. Escalaron por entre sus ramas, y encontraron a unas ardillas parlantes que ahí vivían y continuaron escalando hasta que llegaron a una parte donde las ramas son tan delgadas que es imposible seguir subiendo sin romperlas y sin caer.

Emily se detuvo entonces y se sentó en una rama en la que creía segura, Edmund se sentó a su lado, la rama era lo suficientemente gruesa para sostenerlos a ambos. Emily le señalo entonces en dirección noreste, y Edmund dirigió hacia ese lado su mirada, y no pudo creer lo que veía.

Se veían los demás arboles, sin duda más pequeños que el Viejo Encino, y más lejos pudo ver algunos montes bajos también recubiertos de verde pero por entre ellos claramente pudo distinguir lo que sin duda cautivo toda su atención.

A lo lejos se veía brillar una blanca ciudad y sobre de ella se alzaba el castillo de Cair Paravel apenas si eran visibles las banderas con el león rojo que ondeaban al viento en las torres más altas, vio también que se podían ver las olas de mar que chocaban con las rocas que formaban la península de Cair. Era un paisaje maravilloso y mágico, y resulto hermoso para Edmund ver desde ahí su hogar, Narnia.

-Esto es increíble, ¿cómo es que las montañas no estorban para ver más allá? Es mágico. Realmente quisiera estar ahí ahora y que todo hubiera terminado- comento Edmund que seguía admirando el paisaje.

-Me imagino que si- suspiro Emily- este es mi lugar favorito lo descubrí el día que salí de Anvard, y hay mas, mira detrás de ti.

Edmund le hizo caso y se volteo en la dirección opuesta, y entonces se sorprendió más de lo que estaba, a sus espaldas se podían ver los torreones de Anvard, que se erguía a la mitad de un prado llano y verde muy extenso. Al principio sintió desapruebo puesto que pensó en Tumnus y los narnianos, así como quien sabe cuántas criaturas parlantes mas se encontraban ahí atrapados, pero luego se dio cuenta que, de no ser así Anvard resultaba tan bello como Cair Paravel.

-El día que lo encontré me sentía muy desdichada, acaba de escapar de Anvard, puesto que había descubierto la traición de Grossindell, muchos salieron conmigo del castillo pero tuvimos que separarnos cuando empezaron a seguirnos los aliados de Grossindell, me seguían dos soldados reales y estos sin problemas me hubieran alcanzado, pero fue entonces que el Viejo Encino me hablo, me dijo que escalara y me escondiera entre su follaje, y eso hice, y luego maravillándome encontré este punto, donde ambos castillos son visibles, luego escuche el rugido de un león, y pensé que quizás los soldados se habían encontrado con leones antes que conmigo, pero luego escuche el rugido más cerca y pensé que el león debía estar justo debajo del árbol. Pero luego casi puedo decirte que sentí su aliento sobre mis rostro y un nuevo rugido más sonoro como si el león estuviera tras de mí, y recordé a Aslan y le dije que no dejara que me atraparan y que si vivía me encargaría de arreglar las cosas en Anvard, es la gran promesa que le hice y que no he podido cumplir, pero que sin duda lo haré, pues estoy en deuda ese día me salvo.

La Doncella y El ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora