El sofá mágico de los Anderson.
Por Lizbeth Sinaí.Mi amigo Tony me contó, que si te sientas en el sillón mágico de los Anderson eres capaz de viajar a muchos mundos y espacios.
Por eso fui a casa de la familia Anderson y les pedí permiso para sentarme en su sofá.
El primer lugar que visité en mi largo largo viaje fue la luna.
Lo curioso es que no era de queso como mi amiga Mich solía decirme en los recesos. Era de galleta de mantequila. Como aquellas que hace la abuela Jessy cuando voy a verla.
Guardé un pedazo para compartirlo con mi amiga Mich más tarde en la escuela.
El segundo lugar al que viaje fue a China. No estoy muy seguro del porque llegué a China pero si de que fue muy divertido.
Hice un nuevo amigo en mi corta estadía.
Su nombre fue Huan Yue. Él come arroz y pollo en el desayuno mientras yo normalmente como huevos revueltos y frijoles fritos.El tercer lugar al que llegué fue al mar.
Tan solo el mar.
Por alguna extraña razón no tenía la necesidad de respirar y en su lugar tenía la capacidad de nadar tan rápido como un pez.
De hecho, jugué carreras con un grupo de peces que conocí por ahí. Quedé en tercer lugar lo que fue muy bueno. Fue una lástima no haberme podido quedar más tiempo a jugar con mis nuevos amigos marinos.El cuarto y último lugar al que llegué fue la sala de estar de la familia Anderson.
Lucía exactamente igual a como lucía antes de empezar mi viaje. No había galletas de mantequilla, ni amigos que desayunan arroz por los mañanas antes de ir a la escuela ni un solo pez veloz. Tan solo, el cómodo y antiguo sofa de los Anderson.
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La antología de cuentos de Liz.
RandomPequeñas historias, pensamientos, cuentos y textos que pasan por la mente de una niña.