Quiero llorar, quiero llorar todo el tiempo.
Antes no era así. Antes sonreía siempre. Y reía, reía mucho, con ganas, con fuerzas, a carcajadas sin razón aparente.
Recuerdo que cualquier chiste me hacía reír, todas las canciones me hacían bailar y cualquier gesto me parecían la excusa perfecta para decir gracias mil veces.
En ocasiones, era incluso tan feliz que lloraba. Lloraba de la alegría. Como si mi cuerpo no fuera lo suficientemente grande como para acapararla toda y se viera forzada a salir de una u otra forma.
Tal vez lo recuerdo mejor de lo que fue.
A lo mejor no era tan feliz, pero así lo recuerdo. Tal vez es porque me siento tan triste, amigo. Tan tan triste.
Intento buscar esas ganas, pero no las encuentro y cuando sonrío, dejo de hacerlo en unos segundos porque me siento sin las fuerzas para hacerlo.
Creo que las personas que sonríen tienen un súper poder. Y les envidio. Te envidio. Quisiera despertar siendo uno de ustedes otra vez.
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La antología de cuentos de Liz.
De TodoPequeñas historias, pensamientos, cuentos y textos que pasan por la mente de una niña.