Entre Penny Lane y otras canciones de amor

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La mayoría de las veces me despierto de mal humor. Como casi todo el mundo.
Y es que en verdad, dudo que alguien pueda despertar amando la vida y todo a su alrededor cuando se levanta a las 5:35 AM. Pero para la fortuna de todos aquellos que me conocen y deben lidiar conmigo a tales horas de la mañana, existe la música que me repone a los diez minutos cuando mucho.

En realidad, la música lo repone prácticamente todo.

Aquí va un ejemplo: Papá me contó en una ocasión que su primera cita con mamá fue un desastre total, pero que logró que ella accediera a salir con él una vez más cuando le dedicó Penny Lane de The Beatles, la única canción que logró aprender a tocar en guitarra en su juventud. Menos mal que por fortuna mi mamá era una empedernida fanática de la banda que si no, el mundo se queda sin conocerme.
En señal de agradecimiento a la oportunidad que les dieron los Beatles de enamorarse el uno del otro, mamá y papá decidieron bautizarme como Penny Lane en honor a su canción. Aunque en realidad todo el mundo me llama Penelope, porque los nombres largos me encantan desde siempre y de pequeña me rehusaba a ser nombrada con título de una canción famosa de los años 60.

A diferencia de mis padres, nunca he sido muy fan de los Beatles. Y si me lo hubiesen preguntado y hubiera tenido que elegir mi nombre de entre el catálogo de nombres mencionados en una canción de los Beatles, hubiese elegido sin pensar Eleanor. Porque Eleanor Ribgy es mi segunda canción favorita de los Beatles y porque Eleanor tiene una letra más que Penny y dos más que Lane.

Mi primera canción favorita de los Beatles es la que escucho justo ahora para cambiar mi mal humor a uno bueno antes de ir a la escuela. Me cepillo los dientes y procuro que los movimientos del cepillo dental vayan acordes al ritmo de Can't buy my love. Termino lo que hago y me cuelgo la mochila a los hombros porque mamá está esperándome en el auto. Y antes de entrar escucho sonar fuerte y claro la inconfundible melodía de Help.

A diferencia de mis padres, nunca he sido muy fan de los Beatles. Aunque siempre me he dicho a mí misma que si en algún momento de mi vida llego a pasar cerca de la estrella de Paul McCartney en el paseo de la fama o si por azares del destino llego a tener la oportunidad de asistir a alguno de sus conciertos (Dios, permíteme vivir para eso), me detendré a dejar alguna clase de ofrenda. Es lo menos que puedo hacer por él. Después de todo, fue también gracias a él que Penny Lane Garbet vino al mundo.

n/a: Habrá posiblemente quienes ya hayan leído está historia antes y es que sucede que era algo que ya había publicado anteriormente en Wattpad en un libro aparte. He modificado un poco las ideas de ese proyecto y su rumbo porque también algunos mencionaron que tenía mucho parecido con El Club de los Corazones Solitarios, me disculpo por ello, nunca he leído el libro y por lo tanto no tenía ni idea del parecido entre ambas historias. De igual forma quise compartir con ustedes lo que planeaba ser el inicio de una historia. Pero para que sepan: no he abandonado el proyecto, estoy cambiando algunas cosas.🙆🏻
Hace tiempo que tampoco me detengo a agradecerles por el tiempo que dedican a leer las historias que he publicado recientemente y por sus comentarios. La verdad éste es uno de mis proyectos favoritos actualmente y me encanta escribir para este apartado. Les agradezco muchísimo por el apoyo que me dan, siempre es un placer compartir historias con ustedes. Les mando un abrazo muy muy grande.💘

La antología de cuentos de Liz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora