Clacy tiene la clase de personalidad que hace que quieras ser su amigo de inmediato.
Divertida, espontanea, con una pinta bastante cool para ser una chica de trece años, está en su derecho de poder presumir ser la más popular del grado. Y lo hace.
Por otro lado, está Ana.
La clase de chica que te da la bienvenida en tu primer día de clases, te acompaña durante el almuerzo para que no comas solo y se sienta contigo el resto del día para que no la pases tan mal. La clase de chica que olvidas dos meses después de tu primer día de clases.
Ella hizo eso conmigo en mi primer día de clases aquí. Afortunadamente no le olvidé. Y puedo asegurar que nunca he visto a Ana perderse de la oportunidad de conocer a alguien nuevo. Jamás le he visto hacer menos a nadie, en cambio la he visto millones de veces ofrecer una mano de ayuda y su sincera amistad a infinidad de personas.
Esa clase de seres humanos deben estar en peligro de extinción porque rara vez te encuentras por la calle con alguien como Ana Aldridge.
Y me enorgullece decir que me tocó la buena fortuna de conocer a una Ana, única en su espécimen. Es mi mejor amiga.
Y no soporto a su hermana melliza Clacy Aldridge.
Clacy es genial, sí. Su ropa es linda, sus chistes son buenos y tiene a media secundaria pendiente de cada paso que da y esas cosas. Pero si desean escuchar mi más franca opinión, Clacy está sobrevaluada. Me refiero a que no entiendo qué es exactamente aquello que la haga tan especial como para que reciba toda esa atención que le dan. Para mí punto de vista Ana es un millón de veces mejor. Ella hace un montón de cosas geniales que nunca le son reconocidas.
Ana también merece destacar.
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La antología de cuentos de Liz.
AléatoirePequeñas historias, pensamientos, cuentos y textos que pasan por la mente de una niña.