10. Beso con sabor a perdón.

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¿Y qué debo hacer? ¿Ir y hablar con él? ¡No! Se dará cuenta de que yo sé algo. Entonces, ¿qué debo hacer? ¿Esperar? No. Jay me ronda cada segundo por la cabeza. Ocupa el 80% de mis pensamientos. Tengo que hablar con él.

Salgo decidida de casa, y respiro hondo. Cuando me encuentro frente a su casa, llamo al timbre. Abre su madre.

—¡Hola Amanda! ¿en qué puedo ayudarte?

—Hola Anabelle. ¿Está Jay? —Pregunto, aducadamente.

—Oh, lo siento, Amanda. Ha salido hace un rato al parque. —Responde compasiva.

Asiento. —Está bien, gracias.

—De nada. Adiós.

Me despido con la mano.

Corro hacia el parque, el parque más cerca de su casa. No logro verlo. Corro hacia otro parque, cerca del bar constanza. Y tras segundos de recorrido logro ver a un chico vestido de negro que vaga por el césped, con la cabeza agachada.

—¡Jay! —Grito. Parece no darse cuenta.

Logro llegar hasta él. Alza la cabeza y se puede ver el odio en sus ojos.

—¿Qué haces aquí?

—Jay. Tienes que perdonarme. Ésto es demasiado. —Digo, convencida.

—De hecho...te iba a mandar una carta pidiéndote perdón...—Dijo.

Mis mejillas ardieron. Nunca un amigo hizo tal cosa por mí. Lo consideraba especial.

—¿Enserio? —Interrogué, tímida.

—Enserio. —Sonrió con unas de sus adorables sonrisas tímidas.

No puedo creerlo. Por una vez descubro su lado frágil, preocupado amable.

—Jay, yo...gracias. —Lo abrazo. Pero, este abrazo es especial. Es más especial que los demás. Ambos transmitimos amor, cariño.

—De nada, Am.

Sonreímos. Ambos empezamos a caminar con la misma sintonía y nos dirigimos hacia las calles olvidadas del pueblo.

Nunca he hecho esto con un chico. Nunca se han fijado en mí, y menos me han hecho una carta de disculpas...

Le doy un beso en la mejilla.

—¿Qué ha sido eso? —Pregunta Jay, perplejo.

—Mi manera de decirte las gracias, otra vez.

Él, me da un beso en los labios. Inconscientemente, sigo con él. Con sentimiento, y siento que conectamos. Conectamos en otro mundo lejos de éste, él mueve suavemente su boca en sintonía a la mía.

Acaba.

—Y esta la mía. —Sonríe.

Lo miro, atónita. No sé que decir.

Equipo de...¿frikis? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora