Han pasado tres días desde aquel beso en el atardecer, y, Jay no me ha vuelto a hablar. LLevo tres escrupulosos y malditos días intentando contactar con él, pero nada. Cuando llamo a su casa, nunca está. Mis amigos dicen que no lo han visto y yo no puedo tampoco contactar por teléfono porque tiene el móvil apagado.
—¡Jay! —Ésta vez estoy en el barranco dónde vimos el magestuoso atardecer. No se me había ocurrido antes venir aquí antes. ¡Qué tonta!
No lo veo por ninguna parte, hasta llegar al punto de desesperación. Pero, a lo lejos, veo una persona con una forma de caminar que me resulta familiar...¡Jay! Vaga sobre un camino de vuelta a la ciudad.
Pero está demasiado lejos, adentrándose ya en la gran ciudad, por lo que no lograré alcanzarlo.
* * *
Son las siete de la tarde. Estoy de camino hacia el barranco. Supongo que Jay vendrá aquí todos los días, y, por suerte lo podré encontrar. Lo veo; su perfecta silueta y rostro están volteados hacia dónde se pone el sol, como aquella dulce vez en la que él y yo nos besamos aquí...
—Jay... —Digo con la respiración entrecortada. —Hace días que llevo buscándote. ¿Dónde estabas? Estaba súper preocu...
—¿Cuantos días? ¿Tres? ¿A eso le llamas buscar, Amanda? —Me corta.
Eso me ha dolido en lo más profundo del corazón. ¡Descarado! Decido tomar aire y soltarlo varias veces, quedando en una sensación de paz y armonía que dará paso a la conversación. hablo, pasando de la respuesta infantil de mi amigo, y cambio de rumbo, yendo al grano.
—En fin. —Me aclaro la garganta, nerviosa. —¿Por...por qué te has arrepentido tanto después de, —ya sabes— ese beso? ¡Luego has desaparecido durante tres días sin previo aviso, Jay!
—Lo sé, Am. Pero a ti no te deben importan esas cosas, ¿sabes? —Explica, arrogante y burlón.
—¿Qué? ¡Claro que me importa! —El rubor de mis mejillas empieza a crecer.
—No te debe importar. No es plan de que vayas por ahí toda desesperada haciéndome quedar mal.
Se acabó. Se acabó la dulce Amanda, se acabó el derramar lágrimas por él y después volver para que él me desprecie así. Decido que mi corazón hable por sí solo, algo costoso, y algo que espontáneamente, sale de mis labios. Es mi momento.
—Tienes razón. No me debe importar. No me debe importar nada de ti. ¿Y sabes por qué? Por que me has roto el corazón, Jay. Y el corazón es frágil, ¿entiendes? no me gusta que idiotas como tú me lo rompan a mil pedazos. —Aprieto los puños, cada vez más enfadada y esperando que las lágrimas no se revelen ahora. —Cuando sepas lo que quieres, entonces, me vuelves a hablar. Mientras, aléjate de mí, de mi vida. Y, aunque ambos sabemos que es imposible, de mis recuerdos. Esos recuerdos que, ahora, se han convertido en la parte más dolorosa de mi vida. Gracias por nada, Jay.
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Equipo de...¿frikis? ©
RandomAmanda Smith, una chica espontánea e insegura de sí misma, se acaba de pelear con su grupo de amigos. Después de ésto, Amanda, intenta encontrar nuevos amigos, congeniar con el grupo popular, sin éxito. Más tarde, se dará cuenta, de que su grupo, se...