Capítulo 3

115 17 4
                                    

Del aula que está al lado de Patri, sale de repente Nina y le planta un beso en los labios. Noto como durante el beso Patri me mira para ver mi reacción. Sin darme cuenta me he quedado con la boca abierta mirándolas. Lo reconozco, me sigue pareciendo extraño que dos personas del mismo sexo se quieran. No lo comprendo. Quizá es porque nunca he tenido la oportunidad de poder entenderlo. Patri mira a Nina y me señala con la mirada. Nina me mira con mala cara como si supiera que me ha sorprendido su gesto. Me acerco a ellas y decido no preguntarles directamente si son lesbianas. Eso es cosa suya.

-Hola Nina, hola Patri.

-Hola -me dicen.

Durante un segundo me quedo muda, no se me ocurre que decirles. Si no digo nada pensaran que me parece mal y si lo comento quizá piensen que el tema no me incumbe... Decido ser yo la primera en hablar.

-¿Sois novias? -les pregunto.

Se sorprenden por la pregunta tan directa, pero Patri no tarda en adelantarse a su ¿novia?

-Bueno... Sí, llevamos ya unos meses saliendo, des de que Nina se dio cuenta de que era lesbiana y que no le gustaba salir con chicos. Yo me di cuenta a los 15...

-Pues me parece muy bien ¿sabes? No me gusta que la gente esconda como es realmente, así que sí, me alegro de que tú, Nina, por fin te dieras cuenta de lo que sentías y de que tú, Patri, le enseñaras a Nina como es querer a otra ¿chica?

Las dos me dan un fuerte abrazo. ¿Será que les ha gustado lo que he dicho o es que les doy pena porque he metido la pata? Quizá pensaban que las iba a juzgar, pero la verdad es que no he mentido, que me parezca extraño no quita que el que dos personas se quieran me parezca bonito.

Cuando vamos fuera, nos encontramos con todos y yo, aún noto la tensión de la confesión en el ambiente. Sam está solo al lado de un coche en el que poco después le veo subir para marcharse. Patri y Nina se despiden de nosotros y nos dicen que se van a tomar algo, Bruno se va directamente hacia casa, Cate nos explica que ella ahora se va para casa a hacer unos trabajos y le pregunta a Diego si quiere venir a ayudarla.

-No, perdona Cate. Le prometí a Caro que le enseñaría la zona, ¿puede esperar a mañana?

-Sí, sí, claro... Hasta luego Caro -vemos cómo se aleja caminando.

Finalmente Lucía que es la última que queda por irse, se sube a un coche que llega a recogerla. Hay un chico guapísimo sentado al volante.

-¿Quién es ese tío? -le pregunto a Diego.

-Es el hermano de Lucía, Javier. Tiene nuestra misma edad, se llevan once meses pero son del mismo año. Técnicamente él es el mayor. Empieza las clases mañana, él también es nuevo como tú. Hay rumores de que lo expulsaron de su antiguo colegio. Supongo que para vosotros dos es fácil, ya formáis parte del grupo. Yo cuando llegué si no hubiera sido porque Cate me presentó a Lucía, Bruno y Patri no sé qué habría hecho. ¿Ir con mi hermano?

-Oye Diego, ¿vas a explicarme algún día que es lo que hace que te caiga tan mal Sam? Quiero decir, a mí no me ha parecido tan mala persona...

-Pues si supieras... -agacha la cabeza.
-¿Quieres hablar de ello?

-No, te juro que te lo contaré en otro momento... Tú solo confía en mí. ¿Confías en mí?

Sus ojos delatan su tristeza. A ver yo no es que confíe plenamente en él... Supongo que es normal ya que le acabo de conocer. ¿Quién conoce a una persona de un día y le cuenta todas sus penas? Eso es estar loca. ¿He hecho eso mismo con Lucía? Bueno ella también me ha contado varias cosas y ella va tan feliz por la vida que estoy segura que no habrá pensado que es raro que se lo haya contado. Puede que se haya halagado y todo... El caso es que debo decirle a Diego que sí, que confío en él.

-Sí... Claro que confío en ti Diego pero entiéndeme, seguro que Sam también tiene algo que opinar.

-Bueno... ¿Vamos a dar esa vuelta? -me coge de la mano y me dirige hacia la parte trasera del colegio.

¿Soy yo o noto mariposas en el estómago? Céntrate Carolina, lo acabas de conocer, me digo. Me llega un mensaje de mi madre que dice: «Vuelve pronto cariño, o dime qué vas a hacer. ¿Qué tal el primer día?» Yo le contesto: «Bien mamá, voy a dar una vuelta con un amigo. Después te cuento. Besos.» Mi madre es la típica que está siempre controlando con quien salgo, dónde voy, qué desayuno, qué ceno... Puede que sea porque se preocupa por mí, pero a veces es estresante. Es como si no entendieran que yo también necesito mi intimidad. ¿Acaso voy yo y les digo qué hacer?

-Ya hemos llegado -me dice señalando una bicicleta.

-¿Vamos a ir en bicicleta?

-¿Que no sabes ir en bici? -me pregunta intentando picarme.

-Ya te gustaría, me encanta ir en bici para que lo sepas. ¿Y cómo quieres que vayamos los dos?

-Yo me pongo delante, en la punta del sillín y tu te sientas detrás mío.

Quita la cadena que la anclaba al árbol y se sube. Me extiende la mano y se la cojo para subir.

-Agárrate a mi cintura Carolina.

Cuando me agarro, gira bruscamente y hace que me dé un susto de muerte. Vamos a un camino asfaltado de detrás del instituto que parece conducir allí donde no hay civilización. Justo cuando he empezado a admirar las vistas, me encuentro bajando a la velocidad de la luz. Instintivamente me aferro más a él, a lo que contesta con una carcajada, una preciosísima carcajada. El viento hace que su pelo me golpee la frente y la cercanía hace que su aroma me llegue más fuerte que en todo mi largo perfecto primer día. Hasta ahora no me había dado cuenta de su dulce olor a vainilla. ¿Por qué huele tan bien su pelo? Diego es un chico de lo más cautivador.

-¿Caro? -dice exaltado.

-¿Si?

-¿En qué piensas? -pregunta casi gritando.

-¿Sinceramente?

-Sí.

-Que me ha encantado conocerte.

Bucle suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora