Capítulo 6

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Me contento al darme cuenta de que hoy Cate comparte casi todas las clases conmigo, Lucía y Nina, por desgracia, únicamente la primera. Parecen no darle importancia a que Diego no haya venido, al contrario que yo. Según ellas es muy común en él ponerse enfermo. Me doy cuenta de que no sé absolutamente nada de las chicas con las que camino por el pasillo. Hasta ahora el pelo llamativo de Nina no había captado mi atención, era castaño oscuro con numerosas mechas rojas, más bien era un pelo pelirrojo con las raíces teñidas. Me reí de mi propia ocurrencia y se giraron hacia mi. Les hice una seña dando golpecitos con el dedo en mi frente, diciéndoles que no me pasaba nada, que estaba pensando. Los ojos de Nina son negros como el azabache y, tan profundos, que no es extraño quedarse sumergido en ellos. Está muy delgada, al borde de la anorexia diría yo. Algún día, cuando tengamos confianza, se lo comentaré. Es bajita, menuda en si. No lleva ninguna joya encima así que, al lado de Cate y de mi, que tenemos los dedos llenos de anillos, reconozco que yo no tanto como Cate, parece rara o quizá... Somos nosotras las extrañas. Me gusta la forma de ser de Nina, callada y reservada pero con sus comentarios sarcásticos que hace en momentos puntuales, siempre cuando toca, en el momento preciso. Llevamos ya un buen rato caminando hasta que llegamos al aula de dibujo, es una asignatura optativa y yo, que es de las pocas cosas que se me dan bien, me apunté.

La profesora tiene el pelo rizado y corto. Va vestida de una manera no demasiado apropiada, que tenía ¿quince años? Tiene por lo menos cuarenta y sigue pensando que puede vestir como si fuera de nuestra edad.

-Bueno chicos, hoy vais a dibujar lo que os plazca, lo que os de la gana, lo que os inspire hoy el ambiente, lo que sintáis en vuestro corazón -ya veo por dónde va el coeficiente intelectual de esta profe, que dice llamarse Rosalinda pero que quiere que la llamemos Rosa, ¿Rosalinda? Menudo nombre, lo siento por ella-. Os voy a repartir unos folios y tenéis que plantar en ellos lo primero que os venga en la cabeza, si es un oso, un oso. Si es una muñeca, una muñeca. Si es una uña, una uña. Si es un puñal, un puñal. Si es un arco iris un arco iris, sed vosotros mismos y dejad correr vuestra imaginación.

Definitivamente Rosa está loca de atar. Algo le falta, de eso estoy segura. Nos reparte las hojas y no se me ocurre nada que dibujar... ¿Quiere que plante aquí, ahora mismo, como me siento? Pues es lo que voy a hacer. Empiezo a trazar una chica, una chica sin nombre, por el momento. Me giro y veo que Lucía, está haciendo una especie de dibujo espiritual, Nina está haciendo el reflejo de una persona en el agua y Cate parece haberse tomado enserio lo del arco iris ya que está haciendo un paisaje de lo más realista. Yo continúo con mi dibujo. La chica está sentada en un rincón de una habitación que aún no he decidido, agazapada. Hago un espejo al lado de la bonita chica y empiezo a dibujar en él la misma chica agazapada, pero aquí feliz, sonriente. Le pinto los ojos azules y le hago un esbelto cuerpo y al instante me doy cuenta de que inconscientemente estoy dibujando a Laura. Me gusta la del espejo, me encanta. La Laura agazapada es la que recuerdo, es la que me viene a la mente si pienso en mi mejor amiga. La que llora y sufre, no la que cotillea y grita. Yo tenía como misión cuidar de aquella Laura, cuidar de aquella que no podía salir adelante, pero no, no fui capaz. No evité lo previsible, lo que yo debería haber sabido.

Suena el timbre y y me fijo en el dibujo de Nina. Es muy parecido al mío, pero a la inversa. El reflejo en el agua está triste y la chica que lo mira contenta. Quizá oculta más dolor del que aparenta... Tenemos más cosas en común de las que creía. Se puede ver un cierto parecido entre la del dibujo y ella. Lo de dibujar tampoco se le da mal.

-¿Que os parece mi dibujo? -nos dice Lucía expectante.

-¿Que representa? -le pregunto.

-En mi familia somos muy religiosos y bueno, todos tenemos una religión diferente. Mi padre es budista y mi madre judía. Yo soy católica, como mi abuela. Y mi abuelo es judío, de ahí las creencias de mi madre. Mi padre es budista sí, pero fue decisión suya... Según el, necesitaba encontrarse a si mismo. Y bueno... Representa que yo, aún ser católica, no juzgo a los que creen en otro dios o religión.

Bucle suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora