Me tiro encima suyo y le beso. Me coge del pelo y me acorrala en el muro. Su lengua y la mía se sincronizan y noto su aliento sobre mi rostro. Está tan cerca que mi corazón va a mil por hora. Se separa un momento para coger aire pero tiro bruscamente de su camiseta hacia mí y estampo mis labios en los suyos. Me coge de los muslos, me hace rodear su cintura y me aguanta contra la pared bajo la presión de sus piernas. Me cojo de su melena mientras me besa el cuello lentamente, succionando cada centímetro de mi. De repente suena el teléfono de Diego y vuelvo a darme cuenta de dónde estoy, en una terraza del McDonald's.
-No lo cojas -le ruego entre jadeos.
Y no lo coge, vuelve a besarme pero esta vez lentamente y tengo los nervios a flor de piel. He estado con más chicos, sí, pero nadie me ha hecho sentir tan especial. Vuelve a sonar el teléfono y entiendo que quien sea que esté llamando no va a parar hasta que lo coja.
-Responde -le digo casi sin habla, dándome por vencida y esperando que la llamada sea muy importante.
Coge el teléfono y veo que sus ojos se oscurecen al ver quien es la persona que le llama. Me pego a su oreja para oir la conversación y me pasa un brazo por la cintura.
-¿Dónde coño estás? -dicen al otro lado de la línea, no estoy segura, pero creo que es Sam y, al pensarlo, doy un respingo preocupada, aun que Diego me para poniéndome la mano encima de la boca, para que no hable ni diga nada. Incluso su mano huele bien...
-He dicho que dónde estás, Diego, no lo voy a volver a repetir -añade Sam amenazante-. Estás con ella, ¿verdad? -me ha oído.
-No es de tu incumbencia -le contesta tajante Diego.
-¿No te he dicho que no te acerques a ella? -repite rabioso.
-Tú no eliges con quién puedo o no salir.
-Tienes razón, pero ya sabes cómo acabaron las cosas cuando hiciste que no se sentara conmigo.
-Sam, ella no quiere saber nada de ti -esto me confirma que con quien habla es su hermanastro.
-Nunca lo sabremos ya que no paras de apartarla de mi, ¿no crees?
-Por algo será... No eres bueno para ella y lo sabes.
-Ven a casa, ¡YA! -ruge Sam al teléfono.
-No, Sam.
-Después no digas que no te he avisado -dice su hermanastro amenazante antes de colgar.
Diego se aparta de mi, va hacia la barandilla y suspira.
-¿Era Sam? -pregunto sabiendo la respuesta.
-Sí...
-El otro día... tu moratón... ¿fue por mi culpa?
-No, guapa, nada es culpa tuya -me da un beso en la mejilla.
-Lo siento... -bajo la cabeza.
Me levanta la barbilla y me escruta con la mirada.
-No tienes nada que sentir, ¿me oyes?
Soy tonta, pensará que me estoy haciendo la víctima. Me sabe mal por él. Debe de ser horrible que durante toda tu vida alguien te trate así. Me recuerda a lo mal que trataban a Laura. Si es mi culpa que Sam ahora siga haciéndole esto, quizá no es que Sam no sea bueno para mí, sino que yo no soy buena para ninguno de los dos. Espero apoyada en la puerta, como Diego me indica, mientras recoge los restos de la cena. No paro de darle vueltas a que, si Diego intentó suicidarse, quizá decida volverlo a intentar. Diego viene hacia mi y abre la puerta. Bajamos las escaleras y al salir tira lo que sigue en la bandeja a la basura.
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Bucle suicida
Teen FictionCarolina ha de sobrevivir a un gran cambio. Sus padres, tras que ella presencie el suicidio de su mejor amiga, consideran necesario alejar a Carolina del trauma. El miedo que tiene al comienzo de su nueva vida se disipa tras su primer día en un nuev...