CAPÍTULO XIV

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Fanny parecía estar más cerca de tener razón de lo que Edmund había supuesto. La cuestión de hallar una obra que satisficiera a todos resultaba un verdadero problema; y el carpintero ya había recibido el encargo y tomado sus medidas, ya había puesto de manifiesto y allanado por lo menos dos colecciones completas de dificultades y, después de demostrar hasta la evi­dencia la necesidad de una ampliación del proyecto y del presupuesto, había ya puesto manos a la obra, sin que se supiera aún qué drama o comedia se iba a representar. Otros preparativos estaban también en marcha de Northampton había llegado un enorme rollo de bayeta verde, que tía Norris se encargó de cortar (con un ahorro, gracias a sus buenas disposiciones, de tres cuartos de yarda enteros y verdaderos) y se estaba ya transformando en una cortina en manos de las sirvientas, pero seguía ignorándose la obra a repre­sentar. Y, viendo que así transcurrían dos o tres días, Edmund empezó casi a esperar que no llegarían a encontrarla jamás.

Había, en realidad, tantos extremos a tener en cuenta, tantas personas que contentar; eran tantos los papeles buenos que se requerían y, sobre todo, era tan necesario que la obra fuese una comedia y una tragedia al mismo tiempo, que no parecían existir más probabilidades de que se llegara a una decisión que las que puedan hallarse en cualquier quimera perseguida por la juventud y el tesón.

Del lado trágico estaban las hermanas Bertram, Henry Crawford y Mr. Yates; del cómico, Tom Bertram, no completamente solo, porque era evidente que los deseos de Mary Crawford, aunque cortésmente silenciados, se incli­naban en el mismo sentido; pero, a lo que parecía, él tenía suficiente poder y decisión para no necesitar aliados. Y, aparte de esta profunda, irreconcilia­ble diferencia, deseaban que en la obra interviniesen muy pocos personajes en total, pero todos de máxima importancia, y tres principales figuras femeninas. Todas las mejores obras se revisaron en vano. Ni «Hamlet», ni «Mac­beth», ni «Otelo», ni «Douglas», ni «El Jugador» brindaban característica alguna que pudiera satisfacer siquiera al grupo de los trágicos; y «Los Rivales», «La Escuela del Escándalo», «La Rueda de la Fortuna», «El Heredero Legal» y un largo etcétera fueron sucesivamente rechazadas con protestas más calurosas aún. No se proponía obra que no presentara algún inconveniente para al­guien, y por un lado y por otro todo era repetir: «¡Oh, no!, ésta sí que no sirve». «Dejémonos de tragedias retumbantes.» «Demasiados personajes.» «No hay un papel femenino medianamente aceptable en toda la obra.» «Cualquier cosa menos eso, querido Tom.» «Sería imposible completar el reparto.» «Es de suponer que nadie querría aceptar esta parte.» «No es más que una pura astracanada desde el principio hasta el fin.» «Esta serviría, tal vez, si no fuera por los papeles insignificantes.» «Si he de dar mi opinión, siempre la consi­deré la obra más insípida del repertorio inglés.» «Yo no quisiera poner obstáculos... si puedo seros de alguna utilidad ya me consideraré feliz... pero creo que no podríamos hacer peor elección.»

Fanny observaba y oía, no poco divertida al notar el espíritu egoísta que, más o menos encubierto, parecía guiarles a todos, y preguntándose cómo acabaría aquello. Para darse gusto, hubiera podido desear que algo se repre­sentase al fin, pues jamás había presenciado ni media función, pues todas las demás consideraciones de mayor importancia se lo impedían.

––Así nunca acabaremos ––dijo al fin Tom Bertram––. Estamos perdiendo el tiempo miserablemente. Algo hay que elegir. No importa lo que sea, la cuestión es decidirse. No hemos de ser tan exigentes. Unos cuantos persona­jes de más no deben arredramos. Tenemos que doblarnos. Debemos rebajar­nos un poco. Si un papel es insignificante, tanto mayor nuestro mérito al sacarle algún partido. A partir de este momento, yo no he de poner más inconvenientes. Acepto cualquier papel que os parezca bien confiarme, con tal que sea cómico. Que sea cómico es lo único que pongo por condición.

Mansfield Park - Jane AustenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora