Gracias, ama.

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Gracias, ama

La madre es un tesoro,
de dulces secretos repleto,
de piedras preciosas y oro,
que brillan en este soneto.

Y brillen de aquí al horizonte,
que entonces yo no vería
ni campo, ni playa, ni monte,
ni luz en la noche y el día.

Pues guarda un poder y un ardor
su magia más fuerte que el sol,
un poder al que llaman amor,
sin barreras ni control.

Es el agua que deja nacer
la semilla que busca un hogar,
es el agua que la hace crecer
y la hace capaz de buscar.

Y busque, que busque la planta
el lugar donde sueña el amar,
que no encontrará paz ni calma,
si no sabe a su madre mirar.

Así que mire la planta a su madre:
que es afecto incondicional,
no piense que tiene y retiene
por ser un eterno ideal.

Miremos al agua de calma,
al canto que siempre amará,
y en pie con gran gozo en el alma,
digámosle: "gracias, ama".





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