Trance

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Recorro un camino sombrío,
no sé si alguien verá
que muero. Tengo frío
y sé que no volverá.

Mis lágrimas llueven por el ancho
campo, mis piernas, cansadas, 
no aguantan más tanto
dolor, tan brutal calzada.

Perdí algo, lo sé, atrás. No sé,
la luz, mi vida, mi sombra, tal vez.
No puedo volver, se fue otra vez
con él mi alegría, mi fuerza, mi fe.

Sé que anda lejos, camina, allá
por donde el trigo no deja entrever
ni luz ni sombra. Comienzo a correr,
así lo tendré de vuelta, quizá.

Confundo mis lágrimas con sudor
que el frío congela y me clava:
dolor que me aflige, dolor que me lava,
dolor que soporto con furia y honor.

Pero no puedo más, por favor,
detengan la vía, me va a consumir.
Freno, paro, no quiero sufrir,
quizás quererlo alcanzar fue mi error.

Levanto los ojos y descubro el cielo,
me invita a mirar más allá de mi sombra,
¿a quién le hace falta si es de noche?
Poco a poco se derrite mi hielo.

Dejo atrás los latidos de mi pasado,
ahora escucho los grillos y una brisa
acaricia mis pies, me da risa,
y me dice que mire a ver qué he pisado.

Y veo mi sombra en su lugar,
el sol naciente que lanza su halo
atraviesa y escribe en una nube vulgar que todo cuanto soy y tengo es un regalo.

Versos desde el ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora