Destrucción.

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No
Mi mente quedó en blanco después de aquel acontecimiento tan importante en mi vida.
Mis piernas aun tiemblan.
No sé que me está pasando.
Siento una opresión en el pecho que me quita la respiración.
¿Qué me haz hecho Evans? Qué es lo que me hacer perder la cordura con tan solo sentirte.
Yo! Que siempre fui un témpano de hielo siento que me derrito por ante su presencia.

Caminamos al estacionamiento, sigo desconcertada. La imagen, la voz de aquel hombre, la presencia de aquel chico de revista, el cual vi por primera vez en el periódico de New York Times, el cual iba a usar en el baño, pero decidí guardar la hoja.
Oigo que Deán me habla, pero no le pongo atención a lo que me dice, mi mente sigue en aquel momento, con aquel idiota, con el idiota de mi corazón.

De pronto, de la nada, me llega el recuerdo de todo lo qu e he hecho. Solo les recuerdo que recordar sólo sirve para hacerte sentir mal. ¿Por qué tengo manchadas las manos? ¿Por que tuve que hacerlo?
Siento que no soy digna de él.

Él es tan diferente a mi, él es como un rayo de luz, un rayo que brilla en todo lugar, y yo soy una  miserable que vive en... ¡Mierda! No tengo donde vivir.
Sólo sé que las personas como él  no son para personas como yo.

—Qué decides?_Pregunta Deán.
No sé de que me habla, me quedo pensativa, pero respondo algo de inmediato.

—Esta bien. _Le digo.

—Bien. Entonces, yo invito. Pasaremos la noche en el auto.

¿Eh? ¿Quien le dijo que yo quería pasar la noche en su auto viejo?

En fin, lo sigo, el auto se quedó de nuevo en el estacionamiento de Disney, pero nosotros nos salimos del lugar y a 30 metros estaba un bar. Decidimos estar.
Había tanta gente, ¡Odio la gente a montones! No me siento tan bien para estar entre tanto inútil.

—Mejor yo te espero afuera._Le digo a Deán. _—Tu ve por las botellas.

El no entendiendo que pasaba, acepta y me dirijo de nuevo a fuera. Me siento sobre una banqueta que encuentro enseguida, el viento sopla frío, no me importa. Yo no siento frío.
Mi mente sigue procesando aquella voz en mi cabeza, y la reproduce una y otra vez, ¡Qué vida la mía! Hasta la escucho de nuevo, la escucho como si estuviera hablando, es tan hermosa la voz.

Alzo la mirada a uno de los extremos de la banca

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Alzo la mirada a uno de los extremos de la banca. ¡Común demonio! Él está a 50 metros mío, su voz escandalosa se  puede escuchar a kilómetros, enseguida me emociono, me emociono como si tuviera sentimientos, como si tuviera vida. Pero de nuevo recuerdo lo que me aleja de él, y bajo la guardia. Él está a  metros de mi, yo sin poder hacer nada, tan siquiera lo debería de asaltar o algo, pero su presencia tan exhaustiva me deja sin poder. Suspiro profundo, y lo observo, el está haciendo muecas muy raras, de esas que te caen mal, de esas que te aburren, pero a mi no, el nunca me aburriría. Lo observo con cautela, con deseos, con melancolía, mi cabeza se ladea ante su entretenida platica con esos dos acompañantes, la chica y el chico, que por lo que veo se la está pasando bien. ¡Lo odio!
Lo miro durante minutos, lo observo detenidamente, desde su cabeza hasta sus pies. «Ese trasero ». Siento que mi alma se cae a pedazos al sentir que los segundos pasa, pero nada maravilloso pasa, nada maravilloso me pasa, nada maravilloso me ha pasado durante años, durante toda mi vida. Su presencia me está matando, algo tan puro cómo él, está destruyendo a alguien tan enfermo como yo.
Por mi mente pasan miles de historias que podrían suceder esa noche, salir con él, platicar con él, irme con él.
Pero, ¡Mierda!, no pasa nada.

CUANDO TE ALCANCE. (Chris Evans Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora