Capítulo 9: "Déjame ser tu amigo"

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Una semana pasó desde que Vegueta había enviado aquel presente a Milk y su bebé, pero desde entonces el jovencito no había vuelto a mandarle nada, ni lo había vuelto a ver.

¿En qué piensas Milk?, decía la rubia mientras su amiga recostaba a su bebe en un pequeño cesto, ya que se encontraba ayudando a su padre en la tienda deportiva.

En qué todos los hombres son iguales, respondió la bella pelinegra con cierta amargura y nostalgia en su tono de voz.

¿Por qué lo dices?, agregó la rubia.

Te amiguito ese me envía flores y regalitos para mi bebé y luego ni sus luces, pronunció molesta la jovencita.

Jajajaja, o me digas que extrañas su acoso, dijo la rubia riendo a carcajadas.

¡No, como se te ocurre¡ solo que es igual a todos y eso me..., respondía la pelinegra, quedándose callada repentinamente.

¿Qué sucede amiga?, dijo preocupada Dieciocho, volteando a ver que había interrumpido su conversación con la pelinegra. ¡Vegueta!, pronunció la rubia, al ver entrar al joven cabello de flama, con un ramo de rosas rojas y un hermoso osito de peluche.

¡Hola Dieciocho! dijo el joven cabello de flama saludándola.

¿Dónde andabas?, te hacías extrañar, pronunció la rubia sonriendo mientras miraba a su amiga pelinegra.

Tuve que viajar para la preselección del torneo nacional, respondió el joven cabello de flama.

Pues te cuento que te perdiste el cumpleaños de Milk, agregó sonriendo la rubia.

¿Y por qué no me lo dijiste?, para comprarle un regalo, dijo el joven.

¿Y esto no es para ella?, acotó la rubia con una sonrisa picara.

Las rosas si pero el oso es para el bebé, respondió Vegueta.

Que bueno eres, mira te dejo para que hables con ella, dijo la rubia, posando su mirada en la pelinegra para agregar: Amiga discúlpame, pero quede en ir a cenar con Krilin.

Luego de esas palabras la rubia se despidió de la pelinegra y se alejo de ella lo más rápido que pudo, no dándole opción a alguna queja.

Está bien amiga, dijo nerviosa la bella pelinegra, mientras sacaba cuentas en un cuaderno, fingiendo no tener interés en la presencia del joven de cabello de flama.

¡Hola, linda¡, toma son para ti y esto es para el bebé, dijo el joven, mostrándole las flores y el oso de peluche.

¡Eh¡, gracias, pero no debiste molestarte, pronunció Milk, mirando su cuaderno.

Si no es indiscreción ¿Cuántos años cumpliste?, dijo el joven.

18 años, respondió la pelinegra mirando su cuaderno.

Yo tengo 20 años, no es mucha la diferencia, dijo el joven sonriendo.

¿Se te ofrece algo?, pronunció la pelinegra mirándole a los ojos.

Si, ya que fue tu cumpleaños y yo recién me acabo de enterar, me gustaría invitarte a comer ¿Qué dices?, dijo el joven de cabello de flama.

No puedo estoy atendiendo la tienda, contesto rápidamente la joven.

Pero podemos pedirle a tu padre que se quede un rato solo ¿no?, insistía el jovencito.

No puedo dejar solo a mi bebé, dijo la pelinegra.

Nos lo llevamos Milk, solo déjame ser tu amigo, ¡por favor! agregó el joven cabello de flama.

No lo sé tendría que hablar con mi padre, dijo la pelinegra.

Alemania:

Hijo ya tienes 19 años, ya te la pasaste de dormilón mucho tiempo, ¿no crees que sea hora de que despiertes ya?, decía con dulzura un hombre mayor mientras tomaba la mano de su nieto, el cual al sentir el roce de la mano de su abuelo la apretó con fuerza.

Doctor, doctor, llamó alarmado el anciano.

El doctor entro rápidamente a la habitación: ¿Qué pasa señor Son?.

Mi nieto me apretó la mano, dijo el anciano.

Háblele señor delante mío, contesto el médico y el anciano lo hizo, y el joven de cabello alborotado movió los dedos. El médico sonrió y le dijo al anciano: Es una evolución favorable, primero dejo el ventilador mecánico y ahora respira normalmente; parece que este jovencito luchador quiere volver con nosotros de su profundo sueño, pero para ello va a necesitar mucho del apoyo de su familia para que siga con su evolución.

Ya le dije doctor no escatime en gasto, lo único que quiero es a mi nieto de nuevo sonriendo y hablándome de sus triunfos, y por su puesto que su familia lo seguiremos apoyando, dijo el anciano.

Tengamos paciencia, se está recuperando, pero aún no despierta, tomemos está evolución con calma, respondió el médico.

Japón: Restaurante:

Se nota que sabes muy bien convencer a la gente, dijo con una bella sonrisa la pelinegra mientras arrullaba en un cesto a su bebé.

¿Lo dices por la forma en que convencí a tú padre?, respondió con una sonrisa Vegueta.

Sí, mi padre no es fácil de convencer, agregó la pelinegra.

Pero ya vez que yo si pude, dijo el joven, mirándola directamente a los ojos, haciendo una pausa para agregar: ¡Gracias!

Gracias, ¿por qué?, pronunció la pelinegra.

Por darme la oportunidad de conocerte más, de poder acercarme a ti, por dejarme ser tu amigo, dijo el joven.

No tienes que agradecer nada, te has portado muy bien conmigo y mi Gohan, es lo mínimo que puedo hacer, respondió la bella pelinegra mientras llevaba un poco de alimento a su boca.

De igual forma gracias, yo seré muy paciente contigo, sabré ganarme tu corazón, añadió el joven tomándole una mano, la cual la pelinegra rápidamente retiro.

Por favor....

No digas nada, ¿sí?, seamos amigos por ahora, dejémosle que sea el tiempo quien cure tus heridas y sea el mismo quien te permita darte una nueva oportunidad en el amor, dijo el joven con una sonrisa.

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