CAPÍTULO 11 - DESHINIBIDOS
La noche afortunadamente siguió sin contratiempos. No alertó a Leah del conocimiento de su hermano mayor de su relación amorosa con Owen, no le correspondía. En lo demás, fue muy agradable para ella pasar con sus amigos, divertirse, comer y beber entre risas y bromas.
Todo empezó a verlo borroso luego de tres horas. Sabía que estaba ebria, pero se sentía sensacional. Suponía que sus amigos se sentían igual. Leah y Owen muy desinhibidos se comían a besos frente a ella. Cuando decidió levantarse y buscar a Thais, encontró a Michael saboreando el cuello de su amiga sobre el villar en la sala de estar. Aquello prometía.
La realidad la golpeó fuerte cuando descubrió que quería llorar. Le dolía el pecho y sentía que tenía ganas de hablar, pero tampoco quería molestar. Conociendo el camino salió de la casa y caminó por la acera hasta la siguiente casa. El señor de seguridad de la entrada la dejó pasar amablemente.
- Señorita Belinda ¿se encuentra bien?
- Si, solo he bebido un poco —respondió ella con una sonrisa.
El hombre asintió. Bel siguió su camino hacia la puerta y tocó el timbre repetidas veces hasta que una figura alta de cabello oscuro abrió la puerta. Bel tras un suspiro de alivio se lanzó a sus brazos acorralándolo sin tregua.
- Bel... —murmuró Maddox en su oído devolviéndole el abrazo. — Vamos, pasa.
Apartándose de ella le tomó de la mano y la condujo a la cocina. Le sirvió un vaso de agua y la obligó a beberlo.
- Me alegra que estés aquí... aunque no lo esperaba —murmuró Maddox, él le rozo la mejilla con los nudillos de la mano y la miraba de manera dulce. Ella quería volver a lanzarse a sus brazos, pero se abstuvo.
- Estoy ebria — confesó en un leve susurro, avergonzada.
- Así veo, pero estoy seguro de que te divertiste — indagó él con una leve sonrisa.
- Es cierto, pero luego me di cuenta de algo... — Parpadeó, estar de pie la estaba afectando, no podía mantener muy bien el equilibrio.
- Vamos a la cama. No quiero que te desmayes aquí en la cocina. —Acercándola a él colocando la mano en su cintura Maddox la instó a caminar a su lado evitando que tropezara con el mobiliario.
- Quiero seguir conversando contigo — confesó mirando atentamente su cincelada mandíbula y su bello perfil. Quería morderlo allí donde la barba comenzaba a oscurecerle la piel.
- ¿Y si me aprovecho de la situación? —bromeó él levantándola entre sus brazos para subir más rápido los escalones a la siguiente planta. Ella se abrazó a él y murmuró en su oído:
- No me importaría...
Maddox se detuvo abruptamente, pero Bel no se arrepentía de sus palabras. Solo quería lamerlo y dejarse perder en aquel delicioso perfume. Él retomó sus pasos guardando silencio. Bel se preguntaba si Maddox la había escuchado, pues estaba claro que sí. Quizá solo había ignorado sus palabras porque ella no le interesaba. Triste, suspiró cansada de pensar. Sus ideas se cruzaban entre sí y colapsaban.
Maddox la dejó en la cama y se arrodilló en la alfombra para quitarle las botas. Bel no podía dejar de mirarlo como una tonta, una tonta borracha. Y admitía que le gustaba ser cuidada por él. Cuando Maddox se levantó tuvo el temor de que se alejaría. Suspiró aliviada cuando él tomó asiento a su lado. Un par de lágrimas rodaron por su mejilla. Maddox ofreció su hombro y ella inclinó la cabeza hacia él.
- Hay una linda vista en esta habitación —murmuró él.
Bel asintió prefiriendo guardar silencio porque se sentía cómoda oyéndolo hablar en medio de la oscura habitación, solo iluminados por una pequeña lámpara.
- Sé que estas ebria, pero siento que debo ser claro contigo.
- ¿Claro? —ella no entendía.
- Si. Soy un hombre y soy tu amigo. No puedes decirme algo como lo de hace un rato sin afectarme de alguna manera. —Explicó.
- Lo siento —ella no lo entendía muy bien, pero se disculpó.
- No lo hagas. Me gustó, me gustas. Ese es el problema, y mañana tal vez olvides esta conversación — dijo mirándola a los ojos y luego a los labios dejando que su palma de la mano acariciara su rostro.
Bel mordió su labio inferior, porque esta vez lo había comprendido con exactitud, pero esa mirada que Maddox le daba entorpecía aún más sus pensamientos dejándola sin aliento. Quería besarlo y dejarse llevar.
Acercándose por su cuello y ascendiendo, puso los labios en su oreja y susurró algo que en sus cinco sentidos no diría.
- No lo olvidaré... pero ahora necesito que me beses.
Terminó mordiendo levemente el lóbulo de su oreja causándole un estremecimiento a Maddox. Él se lanzó sobre ella en la cama y respiró profundo sobre sus labios mientras la miraba a los ojos de manera salvaje. Ella se agitó ansiosa, el peligro y las promesas que se leían en aquella mirada la atravesaban. De una muy buena manera. La llamaban a pecar. Impulsivamente Bel levantó el rostro y eliminó los centímetros que la privaban de aquellos cálidos labios.
- Bel...
Profundo. Aquel beso era tan profundo y apasionado que se sentía derretir. Cuando los besos bajaron a su cuello gimió y se acorvó porque aquel era un lugar muy sensible para ella, tanto que se sentía arder. Sus manos vagaban por sus curvas, por la punta de sus senos a través de la ropa en una leve compresión. Le alzo la blusa y aprobó el sujetador negro con broche delantero. Segundos más tarde sus senos eran exhibidos a aquella mirada nublada por el deseo.
- Son tan perfectos al tacto —susurró Maddox con deleite.
Maddox arremetió contra la punta de sus pezones con la legua y con la mano volviéndola loca. Ella quería darle más y más. Y sin poderlo evitar restregaba lenta y suavemente su dolorida feminidad contra el muslo de él buscando alivio. Cerró los ojos dejándose llevar por las sensaciones en sus terminaciones más sensibles sintiendo como caía y caía.
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Fascinación - Enamorada de un Millonario
Romance(Alto contenido sexual y erótico) Belinda vivía la perfección hasta que su novio la engañó. Sintiéndose confundida y sin rumbo confiará en un extraño que es todo lo que una mujer podría desear: Inteligente, enigmático, atento, amable, un poco salvaj...