CAPITULO 19 - PLAYA

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CAPITULO 19 – PLAYA

Y sin dejar de ser consiente de él Belinda miró el mar bajo aquel día soleado. Disfrutaba los días así, más aún cuando Maddox le acompañaba. Era como una cita, pensaba tímida y preocupada.

- ¿No te estoy aburriendo? —lo oyó murmurar, ella lo miró, pero descubrió que él no se molestaba en abrir los ojos.

- Para nada. Me gustan los silencios.

Lo vio esbozar una sonrisa antes de girar el rostro y abrir sus orbes verdes para mirarla. Una mirada que le gustaba porque era amable y genuina, como la de un niño, conservando el enigma de sus pensamientos.

- Te veo y solo puedo pensar en lo preciosa que puedes llegar a ser cada vez que te miró. Es increíble.

Belinda no pudo evitar avergonzarse y sonrojarse. Queriendo recomponerse miró a la orilla de la playa. No sabiendo que responder, cambió de tema.

- Tengo hambre ¿Qué tal si vamos al restaurante que vimos camino aquí?

- Está bien. Déjame y te ayudo a recoger las cosas. —Se ofreció levantándose con energías renovadas.

- Eres muy caballeroso y amable.

- Es solo educación.

Ella sonrió y de puntillas se inclinó a darle un beso en la mejilla que él respondió agarrándola de la cintura alzándola para tomar sus labios y profundizar el beso. Ella suspiró y un poco tonta por el beso se dispuso a recoger el bolso y las toallas. Consiente de su atención, lo tentaba con su contoneo de caderas al inclinarse sobre la toalla. No se sorprendió cuando al llegar a la camioneta la tomó de las caderas posesivamente besándole la curva del cuello excitándola. Instantes después estaban teniendo sexo en el asiento copiloto con ella cabalgando su verga.

Un cuarto de hora había pasado cuando entraron a un restaurante frente a la costa. Ella llevaba puesto un lindo y sexy traje de baño negro bajo el vestido playero también negro que llevaba abierto en su mayor parte. Tenía un poco de vergüenza por las marcas rojas que las manos de Maddox habían dejado en su piel y de los chupones en su pecho. No se había percatado de ello hasta que Maddox se lo mencionó al bajarse de la camioneta en el estacionamiento del restaurant, por lo que deseaba cambiarse urgentemente de ropa.

- Voy a cambiarme —le avisó a Maddox.

- Yo iré a conseguirnos una mesa ¿quieres algo de beber?

- Un jugo de limón estaría genial.

Con una media sonrisa en el rostro, ella giró sobre sus talones y buscó el baño de mujeres, pero no pudo entrar porque alguien la agarró de un brazo arrastrándola lejos de la vista de los demás. Jadeó cuando reconoció a Collín.

- ¡Maldita sea, me haces daño! —La soltó sin dejarla ir impidiéndole en paso con su cuerpo. Ella estaba molesta y no entendía el porqué de tal comportamiento.

- ¡Hacerte daño! —dijo con sorna. —La única que lastima aquí eres tú. No creas que no ví sus manos entrelazadas y la forma en la que se miran. —Le recriminó su rubio exnovio.

- ¿De qué hablas? —La pregunta era tonta pero no podía evitar decirla ya que quería dar a entender que él no tenía nada que recriminarle.

- Tú y Maddox Rocher. Están saliendo ¿cierto? —reclamó Collín.

- No. Somos amigos, aunque tampoco te incumbe que hago o no con él.

Ella trató de alejarlo empujándolo para tener oportunidad de pasar y evitar aquel enfrentamiento que era un sin sentido.

- Tienes razón, no debería importarme, pero me importa. Te amo y esos sentimientos no desaparecen de la nada. Por lo menos no conmigo —dijo él con dolida decepción.

Ella frunció el ceño por las estupideces que él soltaba.

- ¿En verdad crees que deje de amarte? —preguntó indignada. —El único que jodió todo lo bonito que había entre nosotros fuiste tú. Que me acueste con alguien no significa que vaya a olvidar de un día para el otro ¡Me jodiste! ¿Crees que enamorarme es tan fácil? Pues no. No después de lo que me hiciste. ¿Contento?

Con las lágrimas en los ojos ella se abrió paso a un lado y rápidamente se encerró en el baño de damas. No quería volver a verle la cara a Collín y mucho menos necesitaba la compasión de Maddox. Así que cuando terminó de llorar con la fortaleza que había aprendido a sobrecoger, se sumió en si misma cambiándose de ropa y maquillándose, borrando toda huella del aquel fatídico encuentro.

- Linda ¿Estás allí? —Oyó a Maddox llamarla, y suspirando trató de olvidarse de Collín y concentrar su atención en el moreno de ojos verdes, la única persona que podía hacer que olvidara todo lo malo a su alrededor.

- Aquí estoy, perdona por tardarme —se disculpó ella a sabiendas que llevaba diez minutos encerrada en el baño. —Estaba arreglándome.

- Te ves fantástica —susurró Maddox. Ella sonrió aliviada.

- ¿La espera valió la pena?

- Lo hizo —Le susurró él mirándola como si fuera la mujer más especial del mundo. Maddox tenía ese efecto en la mirada.

Ella se posó de puntillas y con los brazos agarrados al cuello de él logró robarle un tierno beso. Él respondió abrazándola y ella solo podía pensar con determinación en su decisión de pasárselo bien al lado de su amigo.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora