CAPITULO 22 - SEDUCCIÓN

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CAPITULO 22 – SEDUCCIÓN

Con una sonrisa de satisfacción le sacó el vestido disfrutando de la vista del cuerpo perfecto que tenía en la cama como una gema preciosa que se había ganado con suspicacia e ingenio.

- Me encanta cuando usas ligueros —susurró él decidiendo quitarle el brasier y las bragas, dejándola con los ligueros y las medias.

- Sabía que te gustarían —Belinda se giró boca abajo y levantó las caderas dándole un buen plano de su culo meneándose como una gatita.

Maddox aspiro una profunda respiración para evitar que se le nublara la cabeza de la excitación. Con ambas manos corrió la delicada tela de la braga acariciando en el proceso las mejillas de esas blancas mangas que le apetecía poner de color rosa. Y eso hizo una vez que se libró de la pequeña barrera de encaje del brasier. Con la mano derecha estampó una palmada en cada una de esas redondeadas mejillas. Belinda jadeó y grito por la sorpresa. No contento, volvió a nalguearla una vez más consiguiendo un hermoso rosa.

- Arde y pica —pronunció Belinda con voz ronca.

- Pero te gusta —él podía notarlo claramente. Ella hundió la cara entre las sabanas avergonzada. Él sonrió perverso, pero también le tranquilizaba el haber sido suave. No quería asustarla, el punto era encontrar placer en el juego.

Se inclinó ayudándola a levantar más las caderas utilizando ambas manos para dejar un camino de besos por su trasero, bajando más para encontrar su coño dulce y mojado esperando por su toque.

Decidido a degustar de aquel manjar, pasó la punta de la lengua por su punto sensible. Belinda saltó para luego abrirse más a él y su lengua. Un minuto después la sintió correrse mientras su lengua permanecía hundida en ella. Satisfecho con el placer que ella experimentaba, se irguió y penetró.

Su polla palpitante estaba donde debía estar. Un lugar cálido, apretado y muy suave. Controló sus sentidos con gran esfuerzo y empezó a moverse hipnotizado con el balanceo que su chica seguía en sincronía con los suyos propios. La piel y las curvas del cuerpo de la mujer que tenía en sus brazos tampoco ayudaba, ella le fascinaba de mil y un formas. Era jodidamente sensual y sabia como moverse para volver loco. Podía verla sonreír y morderse el labio inferior cada vez que gruñía o maldecía. Ella era preciosa.

- Quiero verte —susurró él en el oído de Belinda. Ella gimió cuando él salió de su interior. — Ven aquí. —pidió cuando estuvo tendido sobre la cama.

Belinda rápidamente se montó sobre él tomando sus labios en un profundo beso. Al erguirse ella le sonrió juguetona al tomar su polla con la mano para empezar a introducirlo despacio en su coño. Él saboreó el momento de deliciosa tensión y observó atentamente la hipnótica cabalgada de Belinda conteniéndose de quitarle el control, uno que no pudo evitar tomar luego de un par de minutos para taladrar aquel dulce coño.

Belinda cayó sobre su pecho jadeante, pero él no se detuvo hasta derramarse dentro de ella causándole otro orgasmo del que ella se aferró con dientes y uñas provocándole un rico dolor que volvía a ponerlo duro para continuar.

- ¿Es enserio? —preguntó Belinda con voz ronca al sentirlo duro en su interior.

- Es a causa tuya —respondió besándole el cuello y olerla a conciencia.

Jamás le había agradado tanto un olor como el que ella desprendía luego del sexo, aunque también amaba el olor de sus cabellos. En ese sentido se sentía como un jodido perro.

- Llegaré tarde —murmuró ella resignada tras un suspiro. — Y necesito un baño...

Maddox la miró, pero en vez de encontrarse con reproches, lo que vió fue una sonrisa perezosa y una mirada soñadora que le atravesó el pecho. Frunció el ceño un instante no entendiendo el sentimiento, pero luego lo descartó y decidió tomar cartas en el asunto de la puntualidad de ella y en el asunto entre sus piernas. No quería causarle problemas a ella, por lo menos no ahora.

- Vale, vale. Vamos a bañarnos y te paso dejando al trabajo mientras terminas de arreglarte en el auto.

Ella le regaló un apasionado beso y suspiró aliviada. Él la abrazó y la tomó en brazos. Cinco minutos después Belinda corría por la estancia con el cabello envuelto en una toalla.

Él se vistió rápido y la ayudó con la cartera mientras bajaban a la calle. Ella se veía increíble en jeans y zapatos altos. Y la camisa color vino la hacía ver más madura y profesional. Trató de no distraerla mientras ella arreglaba su maquillaje en el auto. El trayecto no era tan largo como lo creía y siguiendo las indicaciones de ella llegaron a tiempo estacionando frente al moderno edificio.

- ¿Qué tal me veo? —le preguntó Bel con urgencia.

- Hermosa.

Belinda sonrió agradecida, miró el reloj en su muñeca e inspiró una profunda respiración antes de salir corriendo a la entrada del pequeño edificio. Él rió por un instante antes de tomar la palanca de freno y acelerar. Llamó a su secretario y lo disuadió de pasar a verlo. Era temprano aun, pero tenía que volver a casa y cambiarse de ropa, por no hablar de hacer una pequeña maleta con sus objetos personales. No quería lidiar con hoteles porque solo esparcirían rumores por su presencia allí. Sabía que asustaría a Belinda con sus cosas y su presencia continua, pero prefería lidiar con ello, a tener que ver a Anne, su exesposa, a quien aún le guardaba rencor por su infidelidad con quien era uno de sus mejores amigos. 

Fascinación - Enamorada de un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora