CAPÍTULO 15 - NUEVA VIDA

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CAPÍTULO 15 – NUEVA VIDA

Cuando la cerveza llegó no perdió tiempo y se la bebió en apurados tragos, eso la distraía de la punzante mirada de su mejor amiga que bien sabia solo estaba preocupada por ella. Luego la comida y el vino llegaron y se relajaron cambiando de tema. Al terminar llevó a su amiga a que la acompañara con algunas compras, necesitaba muebles.

Thais se sentía feliz por ella por darse la oportunidad de por fin vivir sola, sin novios o compañeras de piso. Un gran paso a la madurez. Quedaron en ir por la mañana al loft para recibir los muebles y acomodarlos, y en la tarde saldrían a comprar implementos para la cocina. Eso las emocionaba.

Esa noche se encerró en la habitación con Leah para ver películas ochenteras alimentándose con palomitas de maíz, frituras y helado. No se sorprendió cuando Maddox golpeó su puerta interrumpiéndolas. Leah le abrió y le preguntó que deseaba. Belinda rogaba que su motivo no fuera ella, pero fracasó.

- Quería hablar con Bel. —Se estremeció al escucharlo.

- Estamos en maratón de películas, mañana le preguntas —desestimó Leah antes de cerrarle la puerta en la cara a su hermano mayor. Bel suspiró aliviada, había estado conteniendo la respiración.

- Tus modales dan mucho que desear, pequeñaja—gritó Maddox desde el otro lado de la puerta. Aquello la alertó un instante.

- Lo siento —gritó en respuesta Leah antes de partirse de la risa y saltar a la cama.

- Le diré a mamá que aceptas una cita con Kleber Anderson —gritó Maddox alejándose.

Ella más relajada se rió al ver el rostro descolocado de Leah que luego de un momento saltó de la cama, abrió la puerta y corrió a seguir a su hermano rogándole que no cometiera tal equivocación. Bel se asomó a la puerta y la pudo ver arrodillada rogándole que no lo hiciera, mientras Maddox con mirada imperturbable negaba con la cabeza. Ella se preguntaba quién era el tal Anderson para que Leah no tolerase la idea compartir un segundo con él. Lo que era seguro es que Maddox se estaba divirtiendo y Michael también ya que también asomado desde su puerta sonreía burlón.

Se dijo que tenía que ir con cuidado con Maddox. Claramente era un hombre de recursos y si así tenia a Leah de rodillas implorándole piedad, ya se imaginaba a otras tantas rogándole por algo muy diferente.

Una imagen de ella restregando su cara en la entrepierna de un Maddox con solo un par de bóxer blanco, despeinado, caliente y visiblemente duro cruzó su mente, estremeciéndola, calentándola, excitándola y más que todo horrorizándola.

Se metió de regreso al cuarto y buscó el baño ignorando todo el ruido del pasillo. Se miró al espejo no reconociéndose. Se estaba convirtiendo en una pervertida lujuriosa, y no es que no lo fuera anteriormente, pero los niveles de ahora la conmocionaban. Sentía que su instinto era más fuerte que la propia lógica.

Negando se refrescó la cara con agua muy fría. Se dijo que se ya faltaba poco para irse y alejarse de la candente tentación, por ahora debía mantener la compostura y su decisión de mantener su relación con Maddox en una simple y firme amistad.

Era lo mejor para ambos.

La tarde siguiente Bel contemplaba su nuevo piso con una sonrisa a pesar del cansancio. Caía la noche y Thais estaba derrumbada en su nuevo y cómodo sofá. Habían pasado el día poniendo orden y no era que tuviera muchas cosas, pero la limpieza les había tomado su tiempo, ahora solo faltaba traer sus cosas personales y ropa para hacer sentir el lugar como suyo. Luego ya vería como lo terminaba de decorar.

- ¿Cuándo piensas terminar de mudarte? —preguntó Thais observando los muebles con ojo crítico.

- Mañana.

- Entonces paso por aquí en la tarde ¿te parece?

- Me mimas mucho —murmuró con una sonrisa sentándose al lado de su mejor amiga y posando la cabeza en su hombro. —Gracias.

- Somos amigas ¿Cierto? Esto es parte del trabajo.

Ambas rieron. Thais era increíble, no sabría que hacer sin ella, su vida no era un caos porque la tenia a ella, y viceversa.

- Bueno, creo que es hora de irme. Tengo una cita.

- ¿Con Michael? —Insinuó ella asiéndole ojitos juguetones a su amiga, esta solo negó.

- Quédate con la duda —dijo su amiga dejándola en ascuas al levantarse y tomar su cartera.

- Eres mala, yo te cuento todo y tú no me cuentas nada —se quejó con vos de niña.

- Te cuento mañana ¿Vale? Aun no sé qué es esto.

- Está bien —aceptó de mala gana, pero entendiendo la encrucijada de su amiga. —Vamos, anda. O se te hará tarde para la depilación de piernas.

- Te amo, adiós. —Se despidió su amiga tirándole besos, ella solo sonrió deseándole una buena noche.

Se levantó del sofá y entró en la habitación, viendo el escritorio recordó que tenía una caja de libros y carpetas en la cajuela del auto por lo que se apuró a ir a verla y ordenarlo. Una vez hecho, se sentó en la cama nueva, pero al dolerle la espalda decidió que acostarse un momento, era lo mejor para su columna vertebral. Suspiró feliz por su nuevo colchón, ya se imaginaba durmiendo allí con total libertad hasta muy tarde los fines de semana. Sin tentaciones alrededor. Tentaciones como Maddox Rocher.

Se preguntaba si tendría algún vecino guapo cerca. Algo cliché como en las películas.

Chistó pensando en que no había remedio con ella, porque estaba segura de que hubiera pensado en lo mismo, en cualquier caso. Su madre habría sugerido conocer a sus futuros vecinos antes de tomar la decisión de mudarse y entre sus objetivos siempre estaba obtener un vecino atractivo, no importaba que fuera gay, y si no lo conseguía se las arreglaba contratando a un jardinero o limpia piscinas de bella sonrisa y músculos definidos. A ella no podía importarle menos, pero respetaba los deseos de su madre.

Sin embargo, no pudo evitar morderse el labio recordando que Maddox tenía una muy encantadora sonrisa que combinaban con esos bellos ojos verdes que resplandecían una intensa vitalidad. Ni hablar de su cuerpo atlético y bien tonificado, su piel tenía hasta brillo propio. Jamás había conocido hombre más atractivo que él, y eso era un castigo porque ninguna mujer incluida ella podría mantener las bragas secas cuando él estaba cerca.

De pensarlo ya sentía que entraba en calor.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora