CAPITULO 17 - EN SU CAMA

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CAPITULO 17 – EN SU CAMA

Belinda no deseaba detener el toque de su atractivo amigo, por lo contrario, quería sentirlo más cerca de manera inmediata.

- Maddox... —jadeó mareada.

- Hermosa... —susurró él al bajarle el vestido dejando al descubierto sus montículos.

Belinda gimió cuando sintió la boca de Maddox chupar y morder uno de sus pezones, sin olvidarse del otro montículo alternando con los dedos. Queriendo tocarlo y ver ese magnífico cuerpo se apuró a quitarle la camisa, lo que fue difícil con él atormentándola y desconcentrándola deliciosamente.

- Quiero ver que tan mojada estas... —susurró Maddox subiéndole la falda del corto vestido lentamente rosando su piel en una caricia leve antes de aventurarse a tocar su feminidad a través de las bragas. —Esto necesito probarlo... —murmuró sobre sus labios bajando lentamente su camino por su cuello, su pecho, su vientre, hasta llevar a tierra prometida entre sus piernas.

Instantáneamente ella se recostó arqueada sobre la mesada mientras Maddox separaba sus desnudas piernas subiendo sus rodillas para que los pies estuvieran sobre la espalda de él cuando se inclinaba a oler su centro. Ella se estremeció, y al primer toque de la lengua de él a través de la fina tela de sus bragas blancas, saltó.

- Relájate —susurró él con una sonrisa lasciva antes de hundir la cabeza nuevamente atormentándola con movimientos de su lengua que le hacían perder la cabeza. Todo fue más intenso cuando la despojó de la tanga y sumergió un dedo en su interior sin parar de morder, succionar y lamer su botón rosa.

- OMG!!! —gritó cuando dos dedos embistieron contra ella sin piedad llevándola al clímax y dejándola casi sin conocimiento. —Maddox...!!!

Esto continuó y no supo cuántas veces se corrió antes de que Maddox se irguiera sudado con su cabello castaño despeinado y mirada salvaje. Hipnotizada en esa mirada lujuriosa apenas notó cuando se bajó el pantalón. Lo que si notó fue el momento cuando algo grande interrumpía en su interior, de un golpe seco, arrancándole un grito.

Ella no era una mujer muy escandalosa, pero con Maddox no podía evitarlo, los gritos, jadeos y gemidos en cada embestida salían naturalmente sorprendiéndola de su propio comportamiento. La llenaba toda y la sensación era desconcertantemente deliciosa. Maddox la besaba y acariciaba en todos lados tanto que no podría haberse quejado, pero lo que más le gustaba era cuando la besaba como un loco mientras la penetraba profundamente. Eso los llevó a un orgasmo sin contemplación dejándola agotada y muy satisfecha.

- Vamos a la cama —murmuró Maddox tomándola en brazos besándola en la sien. Ella asintió conforme, quería dormir.

Cuando Belinda despertó por tercera vez se encontraba desnuda bajo el brazo de Maddox que dormía a su lado y se veía increíble. Esas nalgas eran su perdición.

Recordaba con incertidumbre como había despertado las dos veces anteriores. La primera vez Maddox había estado dentro de ella sobre su espalda moviéndose lánguidamente. A ella le había gustado tanto que quiso fuera eterno, sus sentidos estaban tan sensibles que solo un roce en sus pezones y su voz jadeante podía hacer que se corriera. La segunda fue con él penetrándola con la lengua antes de penetrarla con su polla mientras se embelesaba jugando con sus pechos, para después invertir y hacer que lo cabalgara.

Vibrando con los recuerdos trató de salir de la cama sin molestarlo. Quería hacer pis, pero fue inevitable que el atractivo hombre a su lado se quejara.

- ¿Dónde vas? —dijo con vos ronca envolviéndola en un abrazo que consistía en una mano en su pecho y la otra en su entrepierna.

- Tengo que ir al baño... —gimió. Maddox sabía cómo usar sus manos.

- No tardes —dijo luego de darle una palmada en el trasero.

Sintiéndose rara hizo sus necesidades y lavó sus dientes antes de decidir tomar un baño, y mientras lo hacía pensaba en lo bizarro de la situación que, aunque extraña, no era incomoda. Había tenido miedo de lo desconocido, pero a la vez lo había deseado tanto, que cuando sucedió simplemente se dejó llevar y lo disfrutó. No se arrepentía, pero eso no evitaba que se preguntara en que cambiaría su relación con Maddox. Y tampoco sabía lo que deseaba él. No creía que Maddox quisiera algo más que sexo, ella misma no deseaba una relación. Después de Collin le era difícil confiar en los hombres, sin decir que aun quería a aquel idiota.

Se dijo que no dejaría que Maddox se metiera en su cabeza y mucho menos en su corazón. Se divertiría con él y tendrían mucho sexo. Eso era lo que quería y le venía bien ahora que podría poner distancia. No tendría pensamientos románticos por más nadie.

Con ese pensamiento salió al encuentro con Maddox desnudo en la cama atendiendo el teléfono. Ella llevaba un albornoz de baño mientras se acercaba a la cama bajo su atenta mirada. Maddox se despidió y colgó dejando a un lado el móvil, para tomarla de la cintura y sentarla en su regazo.

- Te tomaste tu tiempo.

- Tenía calor —se excusó ella inclinándose a morderle el lóbulo de la oreja y besarlo en el cuello mientras él deshacía el nudo de la bata de baño.

- Qué pena —dijo serio distraído viendo su piel desnuda.

- ¿Por qué? —preguntó curiosa.

- Porque volverás a sudar —comentó divertido con su voz ronca que llamaba a pecar.

Ella rió cuando la tiró a la cama y se montó sobre ella con una media sonrisa perversa.

- ¿Es una promesa? —con voz sedosa preguntó retándolo. Provocándolo.

- Es un aviso. No saldremos de esta cama el día de hoy. Eso sí es una promesa.

- ¿Y tú trabajo? —preguntó ella bajo el efecto de sus besos en el cuello.

- Soy el jefe. Puedo hacer lo que quiera, y quiero hacerte mía tanto como me sea posible —gruñó mirándola con determinación.

- Ok, entiendo. Tu solo sigue —lo apuró divertida, y encantada con su dedicación.

- Gracias a Dios.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora