CAPITULO 18 - INICIO DE LA CONQUISTA

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CAPITULO 18 – INICIO DE LA CONQUISTA

Maddox leía el periódico mientras desayunaba. Belinda estaba a su lado desayunando pan tostado y frutas, en silencio, con el móvil en la mano poniéndose al día con la realidad, al igual que él. Llevaba el cabello despeinado y un albornoz de seda que dejaba al descubierto el escote de sus deliciosos senos y una gran abertura en las piernas de donde se veía más de lo que debería verse. Él no se quejaba, disfrutaba la vista. Disimuladamente colocaba una mano en el interior de sus desnudos muslos dejando que vagara entre su lugar secreto.

Belinda se movía para alejarlo, estaban bajo la vista de Milla y sabía que eso la incomodaba, pero a él poco le importaba. Solo quería sentir aquel suave lugar que se derretía con el estímulo de sus dedos, una miel que deseaba probar hambriento.

- Maddox —masculló Belinda en un leve murmullo.

- Está bien —él quitó su mano resignado. — ¿Quieres que te ayude con la mudanza? —quería saber su nueva dirección sin tener que espiarla.

- No es necesario. Ayer no fuiste a trabajar y seguramente tendrás la agenda llena.

- Linda, no me ofrecería si ese fuera el caso.

Ella pareció pensárselo, lo miró en silenció y luego asintió.

- No hay mucho que hacer de todos modos — comentó Belinda distraídamente.

- Entonces, si nos sobra tiempo podremos pasear por la ciudad —propuso atrayendo su mirada cuando tomó su mano y la besó.

- Es una buena idea —le sonrió, a lo que él respondió con un beso en los labios.

- Vamos. Hay que cambiarnos.

Él conducía un SUV, uno de sus muchos vehículos guardados en su garaje. Belinda estaba a su lado cantando una canción de Taylor Swift mientras él sonreía cada vez que la miraba de soslayo. Ella cantaba bien, se dijo. Tanto que le encantaba la forma en la que agitaba su cabello y movía las manos. Le gustaba la sensualidad, sencillez y frescura con la que vestía. Ese día, por ejemplo, ella vestía un jean ajustado del clásico azul, camisa blanca que se ajustaba en sus pechos y tacones negros.

Cuando llegaron al pequeño condominio de apartamentos ella se bajó adelantándose a bajar las maletas. Él no la dejó hacerse con ninguna y siguiéndola por las escaleras con la vista en su redondeado trasero las subió a lo que sería el piso que Belinda había alquilado secretamente.

- Es lindo —comentó Maddox cuando entró.

- Tiene un buen tamaño considerando que es para una persona.

- Tienes razón. Esa cocina es espaciosa. Me imaginaba algo más pequeño.

- ¿Cierto? Por eso me terminó de convencer este lugar. —Belinda sonreía mientras le mostraba la habitación, el closet y el baño. —Es la primera vez que vivo sola, así que estoy emocionada.

- Es una bonita experiencia. ¿Me das permiso de venir cuando quiera? —Se sentó en el sofá y preguntó estudiando la expresión de duda que ella reflejaba. La había incomodado y eso no era lo que quería provocar.

- No cuando quieras, pero llamar antes seria educado —respondió ella pareciendo nerviosa. Lo atribuyó a que quizás estaba presionándola.

- Tranquila. Lo haré. No quisiera molestarte. —Se puso de pie pensando que lo mejor era darle espacio. —Será mejor que me vaya.

- No tienes que hacer eso. —Lo detuvo Belinda.

Se descubrió pensando que no entendía en nada a las mujeres.

- ¿Qué quieres que haga? —él la miró fijamente esperando una respuesta. Ella tomó su mano y acortó la distancia que los separaba para murmurarle:

- Quédate.

- ¿Estás segura?

- Lo estoy.

Y aunque no entendía a la mujer entre sus brazos, poco podía hacer él para negarse. Él quería quedarse y hacerle el amor toda la tarde. Estaba descubriendo que ceder y echar por el suelo lo que haría normalmente, lo tenía sin cuidado. Todo lo llevaba a un mismo fin.

Belinda era diferente a las demás mujeres y creía que se debía a su juventud. Interiormente deseaba mimarla e ir descubriendo de que estaba hecha y que tan fuerte era. Cuáles eran sus límites. Y estaba seguro de que no era consiente de a donde la estaba llevando con su insistente presencia. Y aunque no estaba buscando una relación seria, lo que si quería era que lo amarán. Y estaba seguro de que ella lo amaría si se lo proponía. Que olvidaría sus relaciones pasadas, y solo pensaría en él. Que lo hiciera sentir especial en un mundo donde la mayoría de las personas terminaban decepcionándolo. Solo tenía que descubrir donde tocar y que palabras decir para hacerla totalmente suya.

***BELINDA***

Belinda sentía que la suerte estaba de su lado. Un mes había transcurrido, le iba bien tanto en el trabajo como en su aventura con Maddox. Pasaban juntos todo el fin de semana saliendo de excursión o vagueando en las playas de Malibú para terminar en una cama disfrutando del mejor sexo del mundo. Y justamente eso era lo que hacían esa linda tarde soleada acostados en la arena tomando el sol en aquella playa privada

Él dormía a su lado luego de haber pasado una hora surfeando, dejándola a ella bajo la sombra de una sombrilla, leyendo una novela. Suponía que para ese momento lo mejor era dejarlo descansar. Esa semana Maddox había hecho un viaje de negocios a Dubai y a Nueva York. Le había dicho que viendo que estaba cerca de casa de su familia, aprovechó para visitar a su hijo y eso lo tenía muy feliz.

Ella estaba feliz por él, pero cada mañana se sorprendía pensando que lo que tenían se parecía mucho a una relación. No quería indagar mucho en aquello ya que le gustaba pasar el tiempo con Maddox y no quería arruinar la rara amistad que tenían. Suficiente le pasaba con extrañarle cada noche, con desearlo en su cama dormido todos los días. Eso ya era lo suficientemente malo, pero con un amante como Maddox eso era lo mínimo de locura que toda mujer podría permitirse tener por él, o saldría con el corazón roto.

Ese hombre estaba hecho para no ser de nadie y ninguna. Y ciertamente él no era suyo. Y estaba segura de algo: no estaba enamorada. Lo que tenía era una gran fascinación por el hombre, que le hacía difícil apartar la vista cuando lo tenía tan cerca.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora