Problemas sin fin

1.2K 80 8
                                    


--Hola, Tat.

--¿Cristal? ¿Qué haces aquí? 

--Tatiana --mi madre hizo que la mirara--. Atiende a la visita aquí en la sala. Voy a la peluquería --se dirigió a la puerta y nos hizo un ademán con la mano.

--Tatiana, yo...

--Cristal, ¿podrías simplemente irte? 

--Estoy intentando solucionar las cosas.

--Ya te dije que no quiero hablar contigo.

--Sé que me equivoqué, pero quiero remediarlo.

--¿Cómo lo vas a hacer?

Un año antes.

--Tat.

--Dime.

--Nos conocemos desde hace tiempo.

--Ajá.

--Quería decirte... --por un momento, nuestras miradas se cruzaron y ahí nos quedamos. Ella, con un movimiento rápido, me besó.

Nos separamos para tomar aire.

--Pero, Cristal...

--Tatiana, siempre me has gustado. No te había dicho nada por miedo a que me rechazaras. Ahora que lo pienso, tenía demasiado temor.

--Bien. He de admitir que también me has gustado --suspiré. Noté que Cristal posaba su mirada en mí--. Hace algunas semanas me di cuenta de ello.

Después de aquellas palabras, las dos coincidimos en mantener una relación. Tanto mi madre como la de Cristal lo habían aceptado. Por un lado, a la madre de Cristal le había costado, pero gracias a algunas pláticas con psicólogos y con su propia hija, sirvió de ayuda para que al final lo aceptase. Algo que, con respecto a a mí, era innecesario. La homsexualidad es igual de normal que la heterosexualidad.

Amor es amor. 

Nuestra relación duró sólo 6 meses.

--Mamá ¿qué le darías a mi papá por su "mesiversario"?

--Probablemente le daría algo que le guste y que nunca le haya dado. Como es tu caso, invítala a comer.

--Vale. Eres de lo mejor, gracias.

Ese día fui a comprar la ropa que, para mí, era la más adecuada para aquella noche. También traté de maquillarme un poco ---nunca me maquillaba-- y me dirigí a la casa de Cristal.

Quería recordar esta noche.

Toqué a la puerta.

--¿Cristal?

Poco después, me abrió.

--Hola, linda --me dio un beso en los labios--. ¿Cómo has estado?

--Muy bien. Venía a invitarte a cenar.

--Pensaba que no lo recordarías --sonrió.

--¿Cómo no iba a recordar? Tal vez sea una cursilería decirte que eres una de las personas más importantes de mi vida.

--Eres una dulzura --desplazó su cuerpo a un lado, al parecer para que pasara--. Es tu casa. Espérame en el salón, tengo que organizarme.

Algo menos de media hora después.

--Tat, perdóname por haberme tardado.

--No hay problema...

Cristal traía un vestido rojo el cual hacía que resaltara muy bien su cintura, piernas y su busto, unas plataformas del mismo color que la hacía ver de mi misma estatura y maquillaje. Su color de piel era simplemente hermoso.

--Estás hermosa --yo llevaba un vestido color carmesí sin tirantes y plataformas no tan altas comparadas a las de Cristal. Las dos nos mirábamos de la misma estatura.

--Gracias --se ruborizó y se dirigió a mí, tomando mi mano--. ¿Nos vamos?

--Claro.

Fuimos a unos de los restaurantes más hermosos de la ciudad --mi madre me lo había recomendado--. No podía pedir más. Me encantó esa noche.

--Gracias, Tat.

--No es nada.

--¿Me podrías acompañar hasta mi casa?

--No le veo el problema.

Más tarde.

--Tat, entra.

--Pero tengo que irme...

--No seas borde --me sonrió. Cada vez que veía aquello me ruborizaba. La quería mucho más de lo que había pensado.

--Bien, pero es para demostrarte que no soy como tú dices. 

Cuando entré a la casa, observé detalladamente que ésta estaba completamente vacía. Sólo estábamos las dos.

--Tat.

La miré y me besó. El beso dejó de ser tierno para pasar a ser apasionado. Cristal me tiró al sofá mientras se posaba arriba de mí. La mano izquierda de ella se asomaba debajo de mi vestido tratando de quitarlo, hasta que por fin lo hizo. Empezó, todavía con mi sostén puesto, a jugar con mis pechos.

--¿Te has dado cuenta de que tienes pechos pequeños? Bueno, en realidad, no importa --me sonrió pícaramente.

En eso, Cristal me quita el sostén y empieza a morder y a lamer suavemente mis pechos. Yo gemía lo bastante fuerte para que Cristal se sonrojara y que cada vez fuese aumentando su excitación. Ella se quitó el sostén. Eran enormes.

--¿Quieres jugar con los míos, Tat? --paró un momento. Su respiración era acelerada y sus mejillas estaban ardiendo.

Yo sólo asentí con la cabeza y me impulsé hacia ella. Empecé a hacer lo mismo y poco a poco fui notando sus gemidos.

--No dejaré que tú tengas todo el mando, Tatiana.

Me empujó haciendo que yo quedase abajo de ella. Se mordió el labio inferior y me preguntó:

--¿Has tenido alguna relación sexual? Pues, antes de esta.

--No.

Cristal me mostró una sonrisa traviesa. Acarició mi pelvis y sentí que dos dedos suyos bajaban hasta mi entrepierna.
Gemía constantemente y eso excitó mucho más a Cristal, así que introdujo 1 dedo más a mi parte íntima para finalizarlo con un beso apasionado. Seguía gimiendo mientras ella besaba mi cuello y mordía mis labios... 

Al otro día me desperté en mi habitación, pensando en lo que había pasado la noche anterior. Sonreí con una leve picardía y, me levanté. Era un sábado, así que me arreglé y fui directamente a la casa de cristal.

Ya en ésta.

--¿Cristal? --me mordí el labio inferior y sonreí con perversión--. Soy yo. ¿Dónde estás?

Noté que la puerta no estaba cerrada del todo. Entré un poco asustada y empezaba a escuchar voces a lo lejos.

--Cristal, para --mientras lo decía, gemía.

--¿En serio crees que pararé? --escuché una risita maliciosa de parte de Cristal.

Subí lo más rápido posible para encontrar una escena que no esperaba de mi pareja.

Ella estaba lamiendo la parte íntima de otra mujer.

--¿Qué?

--Tatiana --se sobresaltó--. Mira, no es lo que parece.

--Ya.

--Tatiana, escúchame... --rápidamente, se paró y empezó a vestirse.

--¿Por qué debería de hacerlo? --resoplé y la miré a los ojos. No podía evitar mirar también a la chica desnuda, abriendo toda su parte íntima a Cristal--. No vuelvas a buscarme, ¿quieres?

Amor complicado (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora