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Narra Isabella.

--Hola, Isabella. ¿Cómo te va?

--¿Cómo te llamas?

--Valeria. ¿Hablaste con Tatiana?

--¿De qué hablas?

--¿No recuerdas que ella salió con Juan? ¿No recuerdas todo lo que te comenté y de lo que ni siquiera tenías una idea?

--Valeria, ¿por qué eres tan insistente en ello?

--No es nada.

La miré a los ojos. Así pasó hasta un tiempo considerable.

--Si me disculpas, tengo que irme --me sonrió y se dispuso a irse--. Nos vemos luego.

¿Esa niñata qué se creía?

Narra Juan.

--Tat, ¿estás un poco mejor ahora?

--No lo sé, Juan. En realidad, no sé nada ahora mismo.

Los dos estábamos abrazados: ella con su cabeza en mi hombro y yo con la mía en la de ella.

--Juan, ¿tú tienes pareja?

--No --la miré.

--No lo entiendo. ¿Por qué no la tienes? Eres un chico muy amable, tierno, inteligente. Eres el primero que interviene cuando una persona necesita ayuda.

--Supongo que gracias.

--Juan --apartó un mechón de cabello que tenía en su frente-- creo que no soy lesbiana.

--¿Qué?

--Creo que soy bisexual.

--Tatiana, ¿hablas en serio? --traté de buscar sus ojos--. En estos momentos estás decaída, muy confundida.

--Ahora no quiero pensar en Isabella --sonrió. La sonrisa más hermosa viene del individuo con más nudos en la cabeza--. ¿Cómo puede ser capaz de creerle a desconocidos y no a su novia? Vamos, ya ha pasado dos veces.

--Lo siento Tat.

--No es nada, Juan. Si tengo la oportunidad de hablar con Isabela le diré que necesito un tiempo, necesito pensar bien las cosas.

--Tatiana, estás con el ánimo muy abajo, te repito que estás confundida --suspiré--,. Pero ustedes dos se quieren, ¿no?

--No sé. No tengo ni la menor idea de lo que puede sentir Isabella o lo que yo pueda llegar a sentir.

Acto seguido, los dos nos quedamos en silencio. Volví a buscar sus ojos y ella, rápidamente, tomó mi mano derecha con sus cálidas y suaves manos.

--Juan, ¿podrías quedarte está noche conmigo otra vez?

--¿Ah?

--¿Puedes? --me miró a los ojos.

--Sí, claro. No pasa nada.

Narra Isabella.

Antes de que pudiera ir a la casa de Tatiana, mi madre me había llamado para que fuese a la mía.
Aproveché el momento e hice algunos deberes de la preparatoria.

El tiempo pasaba rápido: ya eran las 6:30. Dejé todo los deberes terminados; me bañé y vestí; comí y agradecí.
Salí con prisa a la casa de Tatiana.

Toqué la puerta.

--Hola, Isabella.

--Hola, señorita Lina. ¿Tatiana está en casa?

Pude divisar que titubeó.

--Sí. Pasa.

--Gracias.

Subí a su dormitorio encontrándome con Juan y Tatiana abrazados, mirando por la ventana. No se dieron cuenta de mi presencia.
Una mano en mi hombro captó mi atención.

--Isabella, por favor vete.

--Pero su hija...

--Mi hija no está en sus mejores momentos --se le notaba cansada--. Juan, que es su mejor amigo, la está ayudando mucho.

--Pero necesito que Tatiana me escuche y yo a ella --las dos estábamos hablando en susurros--. Sé que fue muy ignorante de mi parte no haberla escuchado y no creerle antes, pero quiero intentar remediar las cosas.

--Ya son dos veces que le haces esto a Tatiana, Isabella. Por favor, vuelve en otro momento.

Otra voz apareció.

--Vete de aquí, Isabella.

--Tatiana --fui a abrazarla, pero ella me lo negó.

--Vete.

--Quiero remediar las cosas. Quiero estar junto a ti.

--Hiciste de todo para que yo estuviese a tu lado, Isabella --rió irónica, mirándome--. Pero no has hecho casi nada para que las cosas sigan fluyendo de manera correcta. Me parecen tan absurdos los problemas que se han presentado entre las dos.

--Tatiana...

--Isabella, por favor --interrumpió la madre de Tatiana-- vuelve en otro momento.

Salí de esa casa con paso acelerado.

--Isabella, ¿qué te pasa?

--Ninguno me ha querido escuchar.

--Tampoco te pongas así, hija.

--Mamá, yo quiero a Tatiana.

--Déjalo por ahora. Cuando ella esté mejor te dará la palabra. Tatiana te quiere, de eso estoy segura --me miró--. No te preocupes, todo estará bien.

--Quiero pensar que será así.

Amor complicado (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora