¿Fin?

684 36 6
                                        


--Te estoy molestando mucho, lo siento Juan...

--No es nada, en realidad --me miró--. Pase lo que pase, siempre estaré contigo.

--Bien...

--Cuando lleguemos a casa, nos servimos un café caliente con unas nubes de azúcar --me sonrió--. ¿Qué te parece?

--Muy bien.

--Es mejor que nos apuremos.

Mientras las suaves y frías gotas bajaban sin parar y el viento se colaba en aquella lluvia, Juan, por mi petición, paró en una esquina donde se podía apreciar un techo.

--Esperemos aquí unos momentos --dije--. No me quiero perder el espectáculo.

--¿Espectáculo?

--Sí, pequeño Juan --reí--. La lluvia es algo muy hermoso para mí; el aire que se respira, el sonido de las gotas cayendo en el suelo, el clima frío...

--No te voy a negar que es muy hermoso este clima --me miró--. Pero te hace daño.

Comencé a reírme.

--Bien, bien --suspiré--. Juan...

--Dime...

--¿Gustas de alguien?

--Sí --cruzó sus brazos.

--¿Quién es? --sonreí de lado.

--Más adelante te lo diré.

--¿Por qué? --acomodé mucho más la chaqueta de Juan en mi cuerpo.

--Yo tengo mi razón --alzó el dedo índice--. Y tú, ¿gustas de alguien?

--No --fruncí el ceño--. Por estos momentos, no quiero ni pensar en el "romance" --hice las comillas con mis dedos.

--La tercera es la vencida --echó unas cuentas carcajadas.

--¿Notaste que todas las tiendas están cerradas, Juan?

--¡Qué hambre!

--Vamos a casa, también me está entrando hambre.

Ahora mi tobillo estaba algo bien, así que rechacé la oferta de Juan. Los dos aceleramos el paso y, después de hablar, reír y cosas así, llegamos.


--Llegamos --entramos a la casa de él--. Déjame hablarles a tus padres.

--Está bien, gracias --sonreí de lado.

--Nada, nada --mientras me mostraba su espalda con el móvil en la oreja, sacudía su mano.

Juan llamó a mis padres, así que decidí subir a la habitación de él, observando la lluvia caer mediante una ventana. Juan subió a la habitación y se asomó por la puerta, todavía con el móvil en la oreja, diciéndome que la señal estaba un poco caída. Me entregó una toalla para que me secará y bajó al living.

"Me pregunto" pensé, "si las dos estarán bien..." 


Llegó, tiempo después, Juan a la habitación.

--Tus padres aceptaron.

--Muchas gracias --me paré--. Dormiré en el living.

--Espera Tat.

--¿Sí? --me volví a él.

--No es necesario que duermas en el living --suspiró--. Puedes quedarte a dormir aquí, en mi habitación.

--Me parece bien --me volví a adentrar a la habitación y fui acomodando en el suelo una pequeña e inventada cama.

--Si quieres, tú duerme en mi cama y yo en el suelo.

--No, tranquilo --lo miré--. Me gusta dormir en el suelo.

--Bien.

--Juan --después de retocar, me levanté --. Iré a tomar aire.

--Pero sigue lloviendo...

--No importa --me despedí agitando mi mano--. Luego regreso.

--Cuídate.

Salí de la habitación de Juan y de su casa. Sin importar el clima ya mencionado, caminé oliendo el aroma de tierra mojada. Casi no habían personas al rededor.

Iba concentrada en el suelo, recordando los últimos momentos que pasé con Isabella. No sé si esto tiene sentido...

Me perdí en mis pensamientos mientras iba caminando, pero la presencia de alguien hizo que saliera de ellos.

--Disculpa, ¿sabes dónde queda la biblioteca? 

Subí la mirada para encontrarme con el rostro de una bella joven con cabellos castaños, ojos cafés, un buen físico, un poco más baja que yo y, lo único que detallé fue su abrigo negro.

--Está doblando la esquina...

--Muchas gracias --sonreía de lado--. Perdón por molestarte.

--No pasa nada.

Creo que será otro comienzo...O tal vez...


¿Continuará?

Amor complicado (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora