¿Bromas o realidad?

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--Mira tu cara, Tat --se echa a reír a carcajadas.

--¿Qué...? --sentía mis mejillas arder a más no poder.

--Era una simple broma. Y ten cuidado, tu helado se va a derramar.

--Bien... --estaba tartamudeando.

Intenté calmarme y recordar lo que había pasado. ¿Ella se sintió incómoda al ver mi cara? ¿Lo quería hacer? ¿Sus palabras decían la verdad? Supongo que no lo sabré.

Mi cabeza me está carcomiendo.

Isabella no le dio más importancia y siguió caminando. Yo la seguí.

Por estar entre mis pensamientos, no me fijé que ya habíamos llegado a mi casa.

--Tat, ¿ya casi llegamos a tu casa?

--Estamos frente a ella.

--Bien --puso su mano detrás de su cabeza y rió un poco.

--¿Qué pasa, Isabella?

--Mi casa está doblando esta esquina. Mucha coincidencia en un día, ¿no lo crees? 

--Sí --hice un esfuerzo por sonreír.

--¿Sabes? Ahora que lo pienso mejor, no te había visto sonreír hasta ahora.

--Pues, creo que ya sabrás que no soy mucho de risas.

Nos despedimos y entré a mi casa. Mi madre me estaba esperando.

--Hola, Tat, ¿cómo te fue?

--Bien, mamá.

--Me alegro, cariño. La chica que estaba contigo abajo, ¿cómo se llama?

--Isabella.

--Es linda. Tráela algún día a casa.  

--Bien. ¿Dónde está mi padre? 

--Me dijo que estaba trabajando, así que no podrá acompañarnos a la comida.

--Vale. Voy a dejar mis cosas en mi habitación.

--Vale, querida. 

Subí las escaleras sin dejar de pensar en Isabella. Llegué a mi habitación y tropecé con la silla de mi escritorio. Sinceramente esa chica hacía que mi vellos se pusieran de punta.

Flashback.

--¿Qué pasa?

--Sólo te quería abrazar --susurró a mi oído--. Y también quería sentir tus pechos.

Fin del Flashback.

--Hija, la comida está lista --mi madre gritó desde la cocina--. Si no bajas rápido, se te enfriará.

--Ya bajo --sacudí mi cabeza y traté de alejar, aunque sea por algunos instantes, a Isabella. ¿Qué demonios con esa chica?

--Preparé pasta, cariño.

--Gracias.

Las dos nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar: me preguntaba cómo estaban las cosas en la preparatoria, sobre Juan, si habían nuevos alumnos.
Después de terminar, agradecí de nuevo y fui a mi habitación a hacer deberes.

--¿Ahora por qué estaré tan nerviosa? --me dije a mí misma. Mis manos temblaban y sentía escalofríos. Mi madre me pegó un grito.

--Tat, alguien te vino a visitar.

Me sobresalté ya que no había quedado con nadie, pero la sorpresa fue todavía mayor cuando me enteré de quién era.

--Hola, Tat.

Amor complicado (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora