--Esto no puedo ser... --miró al suelo--. Tenemos que decirle a tu padre.--Ni siquiera ha vuelto a la casa.
--Eso no importa --se dirigió a mí y me miró a los ojos--. Él de verdad te quiere, y mucho. Aunque sea difícil de creerlo...
--Claro. Tanto es el amor por mí que él mismo se encargaba de dejarme encerrada y atada en una jaula para que...
Un dolor invadió mi pecho y no pude seguir hablando.
Mi madre abrió sus ojos como platos.
--¿Lo recuerdas? --me quedé en silencio, mirando mis piernas cubiertas por una sábana blanca--. Bueno, creo que mereces una explicación.
Después de saber que venías en camino, tu padre quiso buscar mayor comodidad, cosa que el trabajo que tenía en ese momento no cubría.
Varios meses después de haber encontrado el trabajo que se requería y de haberte dado a luz, un amigo de tu padre recomendó a éste ir a un lugar en el cual se ganaba muy buen dinero a cambio de trabajos variados. Tu padre aceptó sin tener una idea más profundizada.
En aquel lugar le hicieron firmar documentos que él leyó de manera incorrecta. Sabríamos de este error poco después.
El amigo de tu padre lo condujo a una sala muy elegante en la cual estaban incontables personas cuyos rostros no se podían apreciar, por más que tu padre se hubiese esforzado en ello.
Ahí fue cuando el espectáculo empezó: un hombre con un atuendo bastante sofisticado apareció y dio la bienvenida al público presente. Luego, con un ademán hizo que varios hombres más trajeran una niña de más o menos cinco años encadenada y desnuda, algo dormida. El hombre, acto seguido, hizo conocer la cantidad de dinero que costaba la niña. Personas del público se levantaron y accedieron a dar mucho más dinero de lo acordado.Tu padre se levantó y salió de la sala desesperado, con el estómago revuelto, dolor de cabeza y sin una idea de lo que podía hacer. Llegó a casa y me comentó todo lo sucedido. Asustados, decidimos que iríamos a hablarlo con la policía, pero una llamada en el móvil de tu padre hizo cambiar nuestro parecer.
--Sabemos muy bien que acaba de nacer tu pequeña hija --ni tu padre ni yo reconocía esa voz--. Queremos que la lleves al lugar del que acabas de salir, estupefacto.
--No lo haré. ¿Cómo piensa que yo..?
--Tu esposa y tu hija es la única familia que tienes hasta este momento --rió--. No quieres que eso cambie, ¿verdad? Además, tú firmaste un contrato, el cual supongo que ni leíste bien.
Fue el error que jamás se perdonó.
Me negué rotundamente, pero tu padre no hizo lo mismo. Quizá por el miedo que sintió en ese momento.
--La llevaré, pero cuando tenga cinco años.
El hombre del otro lado de la línea aceptó puesto que las circunstancias así lo ameritaban.
Pasados cinco años tu padre cumplió su promesa. Fue ahí cuando nuestro infierno real comenzó. Teníamos miedo de presentar el caso a las autoridades, cosa que habíamos intentado antes. Pero se habían quedado ahí, en un intento.
--Ya sabes lo que ocurrió después...
Me quedé en silencio, totalmente anonadada después de tal historia. Sentía escalofríos que recorrían varias partes de mi cuerpo. Miré y toqué mis manos: estaban frías. Tenía la mirada perdida y las palabras no querían asomar a mi boca.
--Hija --mi madre trató de buscar mis ojos--, tu padre y yo queríamos denunciar, pero teníamos mucho miedo...
No dije nada. Simplemente no podía.
--Tatiana, no te dejaremos sola. Resolveremos este problema.
--¿El padre de Valeria realmente está buscándome? --ni yo me creía el problema que se estaba presentando ahí mismo.
Qué fácil es entrar en un problema, pero qué difícil es salir de él.
--Se dice que también abusó de su propia hija, pero eso no bastaba. Sólo te quería a ti.
--¿Por qué no me lo dijeron antes? Saben que parte de la culpa la tienen ustedes, ¿no?
Mi madre bajó la vista y se quedó en silencio unos minutos.
--Realmente lo sentimos. Teníamos miedo, Tatiana. Tu padre cometió un error fatal, eso lo acepto. Y si tenemos que pagar algún cargo, lo haremos, pero queremos que tú estés bien.
En ese momento, el doctor entró a la habitación.
--Perdonen por interrumpir, pero la señorita Tatiana se puede retirar. Los exámenes que hicimos no presentan nada grave. Puedes irte, linda.
--Muchas gracias, doctor --contestó mi madre.
Juan e Isabella ya se había ido antes. Mi madre y yo nos dirigimos a casa, con esperanza de que mi padre se encontrase allí.
Mi cabeza no dejaba de dar vueltas.
Llegamos y sí, estaba ahí. Mi madre le comentó rápidamente lo sucedido.
--Tatiana...--mi padre se acercó a mí. Se veía claramente lo destrozado que estaba--. Perdóname. Por todo. Estoy muy arrepentido de lo que hice. Pero ahora los dos estaremos contigo y pagaremos una condena si es necesario.
Volví a no decir nada.
Mi madre suspiró y tomó la palabra.
--Ya tendremos tiempo de hablar contigo y solucionar un poco las cosas. Ahora mismo hay algo más importante que debemos hacer.
--¿Llamamos a la policía?
--Bien.
Mis padres comentaron todo, sin dejar suelto el mínimo detalle. Yo sólo escuchaba, aturdida.
Quedaron en ir a la oficina y hablar con más calma sobre este tema.
--¿Tatiana?
Realmente ahora no tenía fuerzas para hablar con nadie, mucho menos con Isabella.
ESTÁS LEYENDO
Amor complicado (Yuri)
AléatoireTatiana y Juan se ven envueltos por varios problemas gracias a la aparición de Isabella que, mientras pasa el tiempo, va seduciendo a Tatiana y termina cayendo directo a sus pies. Pero lo que nadie sabe es el pasado y las metas de aquella chica tan...