--¿En serio tuviste el atrevimiento de volver a mi casa después de lo que hiciste? Me hubieses avisado de que tendrías relaciones sexuales con otras personas, claro que sería diferente. Pero no se te pasó por la cabeza. Lo que sí te pasó fue verme la cara, Cristal.
--Tatiana, sé muy bien lo que hice, pero quiero remediarlo --trató de buscar mis ojos--. Yo no he dejado de amarte.
Esas últimas palabras resonaron en mis oídos. Apreté los puños y sentí una gran ira, también un gran vacío. ¿Todo tenía que salir así después de todas las cosas que las dos experimentamos? Al diablo con todo. Siempre tengo que ser el problema principal.
--Tatiana, ¿tú me querías?
--Te quería --suspiré y traté de mantener contacto visual con ella--. Ahora sólo quiero que desaparezcas de mi vida. Hace ya mucho tiempo que te olvidé.
--¿Qué quieres decir? --vi cómo se derrumbaba por dentro. Ya lo había experimentado en mi debido momento.
--Sólo, vete, ¿quieres?--sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
--Pero...
--No quiero que vuelvas a entrar en mi vida, Cristal. Ya te lo dije --la miré con seriedad--. Por favor, vete de mi casa.
Vi cómo se iba sollozando. No la culpo. En ese mismo instante estaba que me derrumbaba por dentro, por el sentimiento del vacío que mi pecho estaba experimentando. Me preguntaba qué la había llevado a cometer el engaño. Traté de mantener mis lágrimas a raya.
--¿Tatiana?
--¿Qué? ¿Quién es?
--¿Qué pasó, Tatiana?
--Juan, ¿qué haces aquí? --mis esfuerzos se había ido directo a la basura: mi voz apenas se escuchaba y mis ojos los sentía repleto de lágrimas.
--Pasaba a visitarte y vi que la puerta no estaba del todo cerrada --se fue acercando a mí--. Eso no importa, ¿qué fue lo que pasó?
Sin decir absolutamente nada, lo abracé. Él me correspondió intentando calmarme acariciando mi cabello.
Le conté toda la historia de Cristal, él me escuchaba atentamente sin decir nada.
--Si lo deseas, no vuelvas a hablarme --suspiré--. No sé cómo puedas reaccionar al saber que soy homosexual.
--¿Cómo crees que voy a hacer algo así? Además, ya lo suponía--volvió a abrazarme--. Venga , no te preocupes.
--Me siento tan bien estando a tu lado.
--Escucha muy bien, Tatiana --lo miré--. A mí no me interesa ni me interesará tu atracción sexual, lo que importa es lo que llevas por dentro. Y eso, para mí, es hermoso. Cada persona tiene su forma de ser, y el ser homosexual es cosa de la persona. Nadie puede cambiar los gustos de otros.
--Muchas gracias, Juan. Siempre has estado conmigo y...
--Y siempre lo estaré.
--No creas que te dejaré solo.
Una silueta femenina entró a escena.
--¿Qué está pasando aquí? ¿Tatiana?
Isabella corrió a abrazarme.
--No es nada, Isabella...
--¿Cómo que no es por nada? --me miró a los ojos--. Si no fuera por nada no estarías con los ojos rojos y la voz queda.
--Pasa que...
--Le gané en un videojuego --me interrumpió Juan--. Siempre se pone de mal humor cuando le gano en uno.
--¿En serio, Tat? --me miró, incrédula.
--Sí --puse mi mano sobre mi cabeza.
--Qué pena --alzó sus hombros y me sonrió--. Yo puedo enseñarte.
--¿Ah?
--Mi hermana es experta en esos juegos --su sonrisa, por algún raro motivo, se desvaneció--. Cuando estoy realmente aburrida la veo jugar. Así que sé algunos trucos de algunos juegos.
--Gracias, supongo.
--No es por nada --me abrazó.
--¿Puedo integrarme a su abrazo? --Juan puso su mano detrás de su cabeza.
--Claro que sí, Juan --le tomé el brazo.
Mi madre llegó poco después. Saludó a Juan y a Isabella y me llevó a la cocina para preguntarme cómo estaba. De todas maneras, ella sabía muy bien lo que había pasado con Cristal. Ya que los chicos estaban en mi casa, aprovechamos para ver algunas películas.
--Isabella, querida ¿quieres un aperitivo?
--Sí, señora. Muchas gracias.
--¿Juan?
--Sí, señora. Gracias.
--Mamá, ve a descansar. Yo puedo con esto.
--Muchas gracias, hija --me dio un beso en la frente--. Chicos, nos vemos.
--Nos vemos --contestaron los dos.
Empezó como una noche sombría y terminó agradable. Mis amigos no se movieron de mi casa en toda la noche. Sin darnos cuenta, quedamos en un perfecto sueño por la algarabía que habíamos hecho.
Ya en la mañana.
--¡Chicas!
--¿Qué? --gritamos Isabella y yo al unísono.
--Lo siento --Juan rió un poco.
--Vamos a desayunar --me estiré y finalicé con un bostezo.
--¿Qué hay de desayuno?
Fui directo al refrigerador.
--Juan, hay gofre.
--Bien.
--Vale. Ayúdenme a cocinar, yo no tengo ni la menor idea.
--No sé nada de cocina --Juan alzó sus hombros.
--Yo sé --Isabella sonrió--. Vayan arreglando la mesa, yo me encargo de todo esto.
--Vale --agarré a Juan por el brazo.
Arreglamos todo rápidamente para decidir quién era el primero en usar el cuarto de baño.
--Juan, apártate.
--Hazlo tú.
--Muévete, Juan.
--Deja de pelear.
--¿Dónde quedó el "damas primero"?
--Periódico viejo, Tatiana.
--Déjame ducharme primero --traté de hacer unos pucheros.
--Podrías conquistar a cualquiera con esos pucheros --Juan hizo rodar sus ojos, sarcástico--. Vale, ve.
Agradecí, le sonreí y me dirigí al cuarto de baño. No quería tardarme para que el pobre no se le cansaran los pies de tanto estar parado.
Después, salí del cuarto.
--Sigues.
--Por fin --me sonrió.
--¡Chicos, terminé el desayuno! --se escuchó a Isabella desde la cocina.
--Ya vamos --Juan contestó por mí dirigiéndose al cuarto de baño.

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Amor complicado (Yuri)
RandomTatiana y Juan se ven envueltos por varios problemas gracias a la aparición de Isabella que, mientras pasa el tiempo, va seduciendo a Tatiana y termina cayendo directo a sus pies. Pero lo que nadie sabe es el pasado y las metas de aquella chica tan...