Omega

Alexia y Michael

Ese llanto, ese pequeño y adorable llanto, es lo único que me da fuerzas, las fuerzas que necesito para no desmayarme. Noto el cuerpo realmente pesado, hasta tal punto que mis ojos se niegan a abrirse, aunque aún soy consciente de mi cuerpo.

- Aguanta sólo un poco amor .- Dice Ethan con voz ligeramente entrecortada .- Dios, ojalá pudieses ver ahora mismo a nuestro hijo ¡Madre mía! Es hermoso, nena, y es sólo nuestro.

A pesar de tener la voz entrecortada por el llanto, también tiene un tono bañado en emoción.
Oigo a la matrona de nuevo, diciéndome de nuevo que haga un último esfuerzo, lo cual hago.
Un gran grito es acompañado de otro empujón, el último al parecer, ya que otro adorable llanto se une al de mi hijo, formando un precioso coro que jamás olvidaré.

- ¡Oh Dios! Cariño es hermosa .- Exclama mi mate, con el tono completamente quebrado pero lleno de emoción.
- ¿Es una niña?
- Si, Luna. Un fuerte niño y una preciosa niña .- Contesta la doctora, con cierto orgullo .- Ambos tienen una belleza singular, sin ninguna duda las alas influyen en eso.

Abro lentamente los ojos con una dificultad inusual, Encontrándome con una imagen que espero no olvidar en mi vida. Mis dos hijos están envueltos en sus propias alas, buscando seguramente el calor corporal que perdieron al salir de mi. Lo que hace esta imagen tan hermosa es, sin ninguna duda, a mi prometido agarrando a ambos entre sus brazos, con el rostro lleno de lágrimas.

- ¿Y bien? ¿Tienen algún nombre pensado?

Miro a mis hijos con la visión borrosa a causa de las lágrimas, mientas una sonrisa adorna mi cara.

- Os presento a Alexia y Michael.

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