Pensamiento

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Muchas veces uno pierde el control al verse en situaciones que simplemente no son para uno, algunas personas no son tan fuertes como otras y al estar frente a problemas que nunca han estado creen creer que no son lo suficientemente fuertes como para vencerlas, un gran error. Solo serás vencido sí así lo quieres.

La sonrisa que se encontraba en el rostro del zorro era tan fácil de leer, era obvio el orgullo que sentía al ver a su compañero peleando contra especies y voraces, claro que era simple entrenamiento porque sí fuera una pelea de verdad él ya les hubiera saltado encima. Hizo una mueca cuando Cedrix, el felino de ojos violetas, tumbo a Nathaniel y se subía sobre él para poderle ganar, pero Nathaniel logro aventarlo lejos con las piernas.

Varios machos adoraban pelear contra Nathaniel, ya que su forma de pelear era única y los desequilibraba a todos, la forma en que lanzaba patadas o puñetazos con diferentes ritmos y secuencias...era obvio que su compañero había estado en muchos gimnasios con anterioridad. Sonrió satisfactoriamente cuando por fin Nathaniel logro vencer a Cedrix, el felino soltó un bufido cuando el humano le ofreció ayuda para levantarlo y aun así acepto la ayuda, Nathaniel le sonrió palmeando su espalda.

- Lo has hecho bien, vas mejorando mucho. –le dio un apretón en el hombro y lo dejo marchar, ese era el momento para aprovechar. Se acercó a él, tomándolo de la mano y atrayéndolo a él, unos machos sonrieron y les dieron espacio.

- ¿Ya puedes pasar tiempo conmigo? –Nathaniel arqueo una ceja, sonrió travieso y negó con la cabeza, Gael frunció el ceño. – ¿Cómo de que no? Tú vienes conmigo.

- No quiero.

- No es de que quieras, soy tu compañero y te necesito a mi lado el mayor tiempo posible, es de ley que debes estar conmigo.

Nathaniel pareció querer negar o refutar algo, pero solo sonrió con una mirada indescifrable y lo abrazo, Gael no pudo evitar correspondérselo. Le acaricio el cabello y comenzó a caminar, abrazándolo todavía y haciendo reír a su pareja por obligarlo a caminar de espaldas. Salieron de la sala de entrenamiento, el zorro guio a su pareja a un lugar apartado, cerca de la zona salvaje, pero no tanto como para invadir territorio.

Soltó a Nathaniel, este se rio y negó con la cabeza, lo empujo lejos. Gael se rio, lo tomo de la muñeca atrayéndolo a él nuevamente, coloco una pierna tras las de su compañero y lo empujo con su pecho, haciéndolo caer. La risa de su pareja lo hizo sonreír bastante, se colocó sobre él poniendo los brazos cada lado de la cabeza de su pareja y se agacho para besarlo, uno muy dulce.

- ¿te puedo hacer una pregunta, Nathaniel? Además de esta, claro. –se enderezo, viendo fascinado la mirada de su pareja.

- A ver, pregunta.

- ¿en dónde aprendiste a pelear?

- ¿No te gusta? –arqueo una ceja, parecía un poco molesto.

- A decir verdad me excita demasiado. –sonrió mostrando sus colmillos al ver a su compañero sonrojado. –me gustas mucho cuando te sonrojas.

- Deberías sentirte orgulloso de hacer esto. –apunto sus mejillas. –yo jamás me había sonrojado de esta manera hasta que te conocí, Gael.

- Eso es porque tú eres mío y yo soy tuyo, tú también me has hecho sonrojas.

- Claro que no. –frunció el ceño. –al menos que yo recuerde.

- ¿Cómo se te pudo olvidar sí paso ayer? –la cara confundida de su pareja lo hizo reír, se inclinó y coloco los labios cerca de su oído, rozando aquella piel tan sensible. –Ayer mientras entraba y salía de tu cuerpo, y hacías esos sonidos tan ricos que siempre haces me hiciste sonrojar.

- Gael...

- Tú también estabas sonrojado, todo tu cuerpo lo estaba y cuando te tome en mis manos...

- ¡basta! –alzo la voz, intentándolo empujar y eso lo hizo reír, de seguro ya estaba muy sonrojado. –Eso no se dice al aire libre.

- Te lo diré en la cama esta noche, pienso recordártelo. –se rio bajo, se colocó a horcadas atrapando entre sus piernas. –Ahora responde a lo que te pregunte, no creas que se me ha olvidado.

- Está bien, está bien. –se mordió el labio inferior. –Aprendí a pelear así gracias al estúpido de mi padre.

- El "gracias" y "estúpido" me han confundido mucho, la verdad, ¿podrías explicarte?

- Mi padre no es merecedor de alabanzas o segundas oportunidades, incluso un segundo pensamiento no es merecedor. –soltó un suspiro. –cuando tenía quince años él me separo de mi hermano y abuela, por ser gay me metió a peleas de box, artes marciales y cualquier tipo de pelea que existía en aquel entonces, es por eso que se pelear bien.

- ¿Y se lo agradeces?

- Gracias a que se pelear pude ayudar a mi hermano a salvar a quienes ahora son como nuestra familia, ayudo a los Nueva Especie a sentirse más seguros de sí mismos y pude defenderme cuando lo necesite, es por eso que se lo agradezco.

- Pero sigue siendo un idiota para ti, entiendo. –sonrió y se levantó, saliendo de encima de su pareja. Lo volteo a ver y sonrió. –De cierta forma no importa que daño te haga la gente, siempre puedes encontrar algo que agradecerles ¿cierto?

- Supongo que sí, pero ¿Por qué lo dices? –se sentó en el pasto.

- Porque la primera vez que nos conocimos no fui muy amable que digamos, aun así me ayudaste y me diste una oportunidad, eso te lo debo agradecer yo.

- No hay...problema.

Nathaniel dejo caer la cabeza, de seguro se había sonrojado y eso le divirtió, su pareja seguía siendo algo penoso respecto algunas cosas. Se sentó a su lado, lo atrajo hacia él para abrazarlo y le deposito un beso en la nuca, haciendo ese sonido tan peculiar solo para su compañero. Sonrió cuando lo escucho gemir y sintió su cuerpo temblar, era un ser perfecto y todo suyo.

- Yo también tengo cosas que agradecerte, Gael. –susurro Nathaniel, entrelazando sus dedos.

- No debes porque hacerlo. –sonrió tranquilizador.

- Pero quiero hacerlo. –apretó su mano con fuerza. –Cada día que pase te agradeceré la felicidad que me has traído y cada noche te demostrare cuanto te amo y...

- Nathaniel...

- ¿Si? –alzo la mirada hacia él, Gael se acercó y lo beso en los labios, para después descansar la frente en la de él.

- Con que estés a mi lado, mientras permanezcas a mi lado. –susurro con voz profunda. –De esa forma agradéceme lo que sea que haya hecho por ti.

- Eres fuerte.

- ¿eso a que viene? –frunció el ceño.

- Soportaras muchas cosas sí eres fuerte, solamente es un pensamiento que tuve. Olvídalo, cielo.

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Nathaniel (Nuevas Especies 8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora