Capítulo 3

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Esa noche tuve el mismo sueño que había tenido desde el día en que murió mi madre. Pero esta vez, la figura del hombre que aparecía en la oscuridad, al mirarme pronuncia mi nombre con una sonrisa maliciosa y suelta la esfera en mis manos haciéndome despertar de un salto. Aún estaba oscuro cuando desperté, sentía los latidos de mi corazón en la garganta y mis manos empapadas de sudor no paraban de temblar. No lograba comprender la naturaleza del sueño y mucho menos la razón por la que me alteraba tanto. Inútilmente intenté recuperar el sueño, pero el resto de la noche se hizo eterno. Recorrí la casa de lado a lado y hojeé varios libros sin lograr concentrarme en nada. Me recosté en un cómodo asiento en el estudio, observando el retrato de mi madre en la pared. Busqué dentro de mi camisa el collar que mi madre me había obsequiado el día de mi cumpleaños varias horas antes del ataque en Erena. Era el mismo collar que traía puesto en la pintura, lo apreté entre mis manos como si fuese un pedazo de ella. Me quedé recostado en el mueble concentrado en su rostro hasta que el alba con un rayo de luz anunció que mi noche de tormento había terminado. De prisa rebusqué algo para desayunar en la canasta que Kate me había entregado, me preparé algo y salí a toda prisa hacia la ciudad.

Tenía tantas preguntas que me resultaba imposible ordenar mis pensamientos. Todo estaba entrecruzado en mi cabeza, por lo que decidí enfocar mi atención en mi alrededor. El aire fresco y las personas trabajando en los campos hacían del paisaje algo muy familiar. La vida en Erena era muy parecida a la de ellos, aunque aquí se respiraba una paz y se observaba una alegría despreocupada que nunca logré ver en mi pueblito. No podía dejar de pensar en cuan felices y tranquilos podría vivir aquí la gente de Erena, sin los abusos del imperio.

Llegué a la ciudad mucho más rápido de lo que esperaba, por algún motivo el viaje en el carruaje me pareció mucho más largo. Mientras caminaba por las agitadas calles de la ciudad una extraña escena llamó mi atención. En uno de los balcones una mujer sostenía una niña que por su aspecto se encontraba muy enferma. Y un hombre de cabellos largos y blancos la examinaba. El hombre colocó su mano sobre la frente de la niña como elevando una plegaria. Un leve resplandor blanco salió de la palma de su mano al momento que su mano toco la niña. Por unos segundos pude sentir una extraña energía recorriendo el cuerpo de la niña como si fuese mi propio cuerpo. La pequeña con una mirada cansada abrió sus ojos y sonrió hacia su madre. Los ojos del hombre se posaron sobre mí como si supiera lo que yo había sentido. Su mirada reflejaba una sorpresa en inseguridad que me hacían pensar que era la primera vez que sucedía. El hombre se paró lentamente con sus ojos fijos en mí. Involuntariamente comencé a correr hacia el puerto sin prestar atención a nada, hasta que llegué al viejo edificio donde me encontraría con Andre. Me detuve por un momento para recuperar el aliento y entré. Al acercarme a la oficina escuche a Andre hablar sin entender lo que decían, pero mi cuerpo quedó inmóvil por unos segundos al escuchar mi nombre.

―Buenos días ―dije interrumpiendo la conversación y quedando perplejo al ver que Andre se encontraba solo. Sonriendo guardó lo que parecía una extraña piedra y me pidió que pasara y me sentara.

―Supongo que vienes a hablar de tu padre ― comentó mientras buscaba en el escritorio―. Elzar fue un gran amigo y una de las personas más influyentes en la ciudad. ¿Sabías que fue él quien hizo posible la restauración del templo de luz? Todos hablaban de mi padre, llenos de orgullo y entusiasmo, haciéndome pensar, por qué, si era un hombre tan admirable, mi madre se alejó de él y me llevó con ella. Pensar en lo impresionante que parecía haber sido mi padre, ponía un incómodo peso en mi corazón.

―¿Qué es el templo de luz? ―pregunté sin lograr comprender, qué importancia tenía saber si reconstruyó un templo o no.

―En sus tiempos de gloria, el templo de luz fue un lugar de paz e iluminación para el pueblo. Era el hogar y escuela de los maestros de luz, y el templo más importante de la orden. Tu padre, estaba obsesionado con la orden, esa fue una de las razones que lo llevaron a reconstruir el templo. Según él, había encontrado evidencia de que en Agvar aún había personas con la capacidad de comunicarse con los elementos. Sabía que era imposible pues todo conocimiento de la orden y sus prácticas había desaparecido con la guerra ―dijo con su mirada perdida.

Agvar :La orden de los guardianes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora