Capitulo 8

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Desperté temprano, ansioso por llegar al templo, me preparé, tomé el libro que Baldazare me había entregado y salí. Llegué al templo en la mañana, como habíamos acordado. Luciano ya se encontraba sentado en las escaleras, un poco pensativo.

―No he podido dormir nada―dijo, levantándose.

―Tal vez tengas razón y Baldazare pueda ayudarnos―mencionó.

Caminamos directamente a la biblioteca sin decir ninguna palabra. Era evidente que las respuestas que buscábamos debían estar allí. Baldazare se encontraba sentado en un acolchonado asiento rojo, cerca de una chimenea que no había visto la primera vez que visité ese lugar.

―¿A qué se debe esta agradable sorpresa? ¿Cuántos años han pasado Luciano? ―preguntó Baldazare levantándose.

―Demasiados, viejo amigo ―respondió Luciano saludando a Baldazare con un abrazo. El entrar a ese lugar me llenó de una extraña tranquilidad que hacía mucho tiempo no sentía.

―Al parecer nuestro viejo amigo no se había equivocado―dijo Luciano dibujando una expresión de confusión en el rostro de Baldazare.

Nos sentamos junto a la chimenea para poder hablar con comodidad. Luciano explicó en detalles que mi padre pensaba que yo era el próximo guardián de luz. Podía interpretar cómo la confusión se escapaba del rostro de Baldazare mientras Luciano explicaba la situación.

―Estoy casi seguro que Elzar selló, de algún modo el poder de su hijo para que Lucio no pudiese sentirlo, pero al mismo tiempo hace imposible que pueda controlarlos―explico Luciano.

Rompí el silencio, explicando que estaba seguro que él podría ayudarnos. A fin de cuentas, Baldazare era el experto en la orden. Baldazare se mantuvo en silencio todo el tiempo, evaluando cada palabra que decíamos con mucha atención.

―¿Crees que puedas ayudarnos? ―pregunté.

Baldazare se levantó de prisa y comenzó a caminar entre los estantes de libros examinando cada tablilla detenidamente. Luciano y yo nos mantuvimos sentados en silencio observando cada movimiento de Baldazare entre los estantes.

―Aquí está―exclamó Baldazare, sacando un libro del estante. Llegó hasta nosotros antes de que pudiéramos levantarnos y colocó el libro en la pequeña mesa que separaba a Luciano de mí. Hojeamos el libro por varios minutos, pero no encontramos nada relacionado a sellar los poderes de un guardián. Baldazare continuó buscando entre los estantes, esta vez con nuestra ayuda. Nos dividimos los estantes y comenzamos a buscar. Recorrimos una y otra vez los tres niveles de la biblioteca por varias horas hasta que el cansancio nos hizo detener.

―¿Ese es el libro que te presté el otro día? ―preguntó Baldazare caminando hacia el sillón, donde estuve sentado.

―Ese es el problema ―dijo Baldazare en voz baja, como si se le hubiese escapado un pensamiento.

―¿Qué sucede? ―pregunté.

Baldazare, con una sonrisa se acercó a nosotros.

―Estábamos buscando algo que no existe―respondió Baldazare, colocando el libro sobre una de las mesas.

―Ninguno de los libros que tenemos, nos habla de cómo sellar el poder de una persona, pero si nos dice cómo sellar las piedras ―explicó Baldazare acercándose a mí, me pidió la piedra para examinarla antes de explicar lo que había encontrado.

―La figura de plata que cubre la piedra es el símbolo de la orden, pero eso ya lo sabías, lo que no sabías es que es un sello que mantiene encerrada la energía. Por eso es que no puedes utilizarla, no es un sello cualquiera sólo un guardián experimentado podía hacer algo así, porque conlleva mucha energía―explicó Baldazare.

Agvar :La orden de los guardianes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora