Capitulo 6

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Regresé a la ciudad después de haber dejado a Kala. Aun no era medio día y no tenía planes de regresar a mi casa. Los rumores sobre la bestia eran cada vez más elaborados. Era divertido ver cómo la gente inventaba historias. Una señora que vendía flores en el mercado juraba haber visto una bestia, dos veces más grande que un hombre, cubierta de fango, con pelo marrón, afilados dientes y garras enormes. Más adelante, en una tienda de armas, un hombre con un bigote muy gracioso utilizaba la bestia para promover y vender sus armas. Los rumores sobre la bestia disminuían según pasaban las horas y todos volvían a sus tareas cotidianas.

Después de caminar por las calles, decidí ir nuevamente al templo. Por alguna razón no podía alejar mis pensamientos de ese lugar. Al llegar me detuve a observar las esculturas de los guardianes. Me causaba intriga su historia y al mismo tiempo despertaba en mí una extraña sensación, como si las esculturas me hablaran. Sabía que era imposible que una estatua me hablara, pero no podía dejar de sentir que lo hacían. Subí unas escaleras que llevaban hasta una enorme puerta de madera en la entrada del templo, llevaba hasta un salón más grande que cualquier estructura que había visto en mi vida. En el salón había dos filas de bancos en cada lado y un altar dividido en dos niveles, conectados por cinco escalones. En la primera plataforma había un pedestal redondo con dibujos tallados de los guardianes. En la segunda plataforma había una enorme mesa de piedra blanca con escenas talladas acerca de los guardianes. Las gigantescas paredes estaban adornadas por cuadros y ventanas que contaban algunas de las historias de los guardianes, tal y como lo hacían los dibujos de la mesa. El lugar infundía una paz que hacía insignificante cualquier preocupación que llegaba a mi mente.

―Es un lugar impresionante, ¿verdad? ―preguntó una voz desconocida.

―Tiene toda la razón― respondí volteando para ver quién me hablaba. Era un hombre pálido y alto de una apariencia muy elegante. Tenía el cabello hasta los hombros y unos ojos de un color claro, parecido al de la miel.

―Eres nuevo por aquí, ¿verdad? ―preguntó sereno.

Asentí con la cabeza, distraído por las pinturas en las paredes.

―¿De qué son esas pinturas? ―pregunté.

―Son algunos de los relatos más sobresalientes de la orden de los guardianes. Algunos de esos cuadros tienen más de trescientos años. De algún modo fueron preservados, luego de la destrucción del templo. Nunca se ha hablado de cómo o quien los mantuvo protegidos todos estos años, pero supongo que lo importante es que se pudieron conservar.

―¿Qué hacían exactamente los guardianes? ―pregunté. Algo dentro de mí me hacía pensar que este hombre misterioso tenía muchas de las respuestas que necesitaba, y al parecer tenía mucho conocimiento de la orden.

―De acuerdo con la historia los guardianes eran los encargados de mantener el balance entre la luz y la oscuridad.

―Pero, ¿para qué necesitaban un templo? ―pregunté confundido.

―Este fue el templo de luz, hogar del guardián de luz. Los templos fueron construidos en lugares donde la energía elemental era más fuerte, y fluía pura desde su fuente original. Los antiguos llamaban estos lugares, las puertas entre mundos, donde los mundos se entrecruzaban formando enlaces por los que se podía viajar entre ellos―respondió el hombre.

―¿El templo era el lugar donde los guardianes adquirían su poder?

―Por una parte, si, la energía fluye desde el templo, llegando a todo lo que le rodea, pero el poder nace en el individuo. La energía que fluye del templo sólo despierta esa parte que algunos llaman, energía mágica. Por eso el templo se convirtió en una escuela, donde se entrenaban a aquellos que presentaban las habilidades de un maestro elemental ―respondió.

Agvar :La orden de los guardianes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora