Capitulo 34

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Llegamos al templo, alumbrados por los últimos rayos del sol que se colaban entre las montañas. En la biblioteca encontramos a Baldazare sentado con Luciano. La estampa era algo inusual. La mesa estaba vacía y no había ni un solo libro fuera de los estantes solo una jarra de cerámica llena de licor en la orilla de la mesa. Al vernos entrar ambos saludaron con sus copas y continuaron en silencio tomando.

—¿Qué sucede? ―pregunté rompiendo el silencio y Luciano se volteó hacia mí y torció sus labios, pensativo.

—Hay algo extraño en la misión. Escuchamos que Lucio está buscando un arma en Erena y el consejo quiere evitar que la consiga. Pero al mismo tiempo no dan ningún tipo de información sobre el arma. ¿Será que quieren el arma para ellos o quizá que simplemente no saben realmente de que se trata? ―mencionó Luciano.

—¿No les parece extraño que el ejército esté buscando un arma y deje el lugar sin protección? No hay nada que nos garantice que el arma existe o que aún no la hayan encontrado. Creo que es una pérdida de tiempo y un riesgo innecesario―interrumpió Baldazare.

—No podemos perder de perspectiva que hay inocentes involucrados en todo esto y debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para rescatarlos―dije levantándome.

—¿Y qué te hace pensar que aún están vivos? ―preguntó Baldazare dejándome sin palabras.

—No debemos perder la esperanza. Si existe la posibilidad de que aún hallan sobrevivientes debemos hacer algo por ellos―refutó Kala.

Baldazare dejó caer su mano en el aire e hizo una mueca agarrando nuevamente su copa para beber.

—La oscuridad se ha fortalecido y está en constante movimiento. Estamos caminando sin ver el camino―comentó Luciano.

—Todo está por cambiar. Los vientos que soplan en la cuidad son demasiado densos y la oscuridad continúa fortaleciéndose. No creo que seamos capaces de contenerla por mucho tiempo―dijo Baldazare sirviendo otras copas para Kala y para mí. Intenté decirle que no deseaba tomar, pero insistió.

—Solo deseo tomar una copa de mi mejor licor con mis amigos. No sabemos qué sucederá mañana o cuando volveremos a estar juntos como hoy. Las cosas van a cambiar y no creo que podamos hacer nada para evitarlo―dijo Baldazare.

Agarré la copa y brindamos por la amistad y el futuro.

—Hacía mucho tiempo que no sabía lo que era tener amigos, gracias por todo este tiempo que hemos compartido―dijo.

Luciano se había quedado dormido sobre la mesa y Baldazare no parecía estar muy lejos de acompañarlo. Luego de debatir un rato con él, logramos llevarlo hasta su habitación para que descansara, recostamos a Luciano en el mueble y acompañé a Kala hasta su casa. Una vez en casa, corrí hasta la puerta y al abrirla me recibe una joven que no conocía. Por la sorpresa empuñe mi espada sin pensarlo y Ezio salió apresurado del estudio.

—Calma Eleazar—dijo parándose entre nosotros—. Ella es Triana nuestra nueva empleada. Está aquí para ayudar con la casa.

La joven permaneció en silencio enredando sus dedos en el borde de su delantal.

—Discúlpame―dije haciendo leve reverencia con la cabeza y agarré a Ezio por el brazo arrastrándolo hasta el estudio.

—¿Cómo es que contrataste una empleada? ―inquirí y Ezio sonrió.

—No tienes de qué preocuparte, los gastos corren por mi cuenta. Perdí mi casa, pero no mi posición. Además, ya que estoy viviendo aquí completamente gratis debería aportar con algo ¿no? Y no puedes negar que necesitamos la ayuda―explicó defendiendo su decisión.

Agvar :La orden de los guardianes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora