Media hora más tarde, el Conde de Artigas y el
capitán Spada seguían el camino bordeado de hayas
seculares que separa el establecimiento de Heal-
thful-House de la ribera del Neuze. Se habían des-
pedido del Director dándole las gracias por la buena
acogida que les había dispensado, y mostrándose
aquel muy honrado por su visita. Un centenar de
dollars destinados al personal de la casa, probaban
la generosidad del Conde de Artigas. Este era ¿có-
mo dudarlo? un distinguido extranjero, si la distin-
ción se mide por la generosidad.
Salieron por la puerta de hierro que cerraba a
Healthful-House, y rodearon el muro, cuya eleva-
ción desafiaba todo intento de escalo. El Conde
permanecía pensativo, y su compañero tenía la cos-
tumbre de esperar a que le dirigiera la palabra.
No lo hizo esta vez el Conde hasta el momento
en que, deteniéndose en el camino, pudo medir con
la vista la altura del muro tras el que se elevaba el
pabellón 17.
-¿Has tenido tiempo- dijo- de estudiar bien la
disposición del sitio?
-Sí, señor Conde- respondió el capitán Spada, in-
sistiendo en el título que daba al extranjero.
-¿No se te ha escapado ningún detalle?
-Ninguno que pueda sernos de utilidad. Por su
situación tras ese muro, el pabellón es fácilmente
abordable, y si persiste usted en sus proyectos...
-Persisto, Spada.
-¿A pesar del estado en que Tomás Roch, se en-
cuentra?
-A pesar de él...; y si conseguimos un rapto...
Eso es cosa mía; y en cuanto la noche llegue, yo
me encargo de penetrar en el parque de Heal-
thful-House, y en el cercado del pabellón 17, sin que
nadie me vea.
¿Por la puerta de entrada?
-No; por este lado.
-Pero por este lado está el muro, y después de
haberle franqueado, ¿cómo le volverás a escalar con
Tomás Roch?...Si ese loco llama, si opone alguna
resistencia..., si su guardián da la voz de alarma...
-No le inquiete a usted eso. Entraremos y sal-
dremos por aquella puerta.
Y el capitán mostraba, a algunos pasos, una es-
trecha puerta colocada en medio del muro, y que sin
duda no servía más que a los empleados de la casa
cuando su servicio les llamaba a las riberas del Neu-