(Notas del ingeniero Simón Hart.)
-¿Dónde estoy? ¿Qué ha sucedido desde la agre-
sión repentina de que he sido víctima a algunos pa-
sos del pabellón 17?
Yo acababa de separarme del doctor; iba a subir
la escalera para volver al cuarto, cerrar la puerta e ir
junto a Tomás Roch, cuando varios hombres se han
lanzado sobre mí y me han arrojado al suelo.
¿Quiénes son? No he podido reconocerlos porque
me vendaron los ojos. No pude pedir socorro por que me amordazaron. No pude resistir porque me
ataron los brazos y las piernas. Después, en este es-
tado, he sentido que me levantaban, que se me
transportaba a una distancia de cien pasos, que se
me izaba, se me bajaba, se me depositaba...
¿Dónde? ¿Dónde?
Y de Tomás Roch, ¿qué ha sido? ¿Era de él de
quien se deseaba apoderarse más que de mí? Hipó-
tesis muy probable. Para todos, yo era sólo el guar-
dián Gaydón, no el ingeniero Simón Hart, cuya ver-
dadera calidad y cuya nacionalidad jamás ha sos-
pechado nadie. ¿Para qué apoderarse de un simple
vigilante del hospital?
Se ha querido, pues, efectuar el rapto del inven-
tor francés, es indudable. ¿Se le ha arrancado de
Healthful-House con la esperanza de robarle su se-
creto?
Pero razono dando como cierta la hipótesis de
que Tomás Roch ha desaparecido conmigo. ¿Será
verdad? Sí..., debe serlo...No puedo dudarlo...No
estoy entre malhechores que no hayan tenido más
proyecto que el de robar, pues hubieran procedido
de otra suerte. Después de haberme puesto en la
imposibilidad de llamar, y arrojado en un rincón del jardín, y robado a Tomás Roch, no me hubieran en-
cerrado donde ahora estoy...
¿Dónde? Es la pregunta que me hago desde al-
gunas horas y a la que no puedo contestar. Sea de
ello lo que sea, heme lanzado a una aventura que
terminará... ¿Cómo? Lo ignoro... No me atrevo a
prever su desenlace. En todo caso, tengo la inten-
ción de fijar minuto por minuto en mi memoria to-
das sus circunstancias, y después, si esto es posible,
consignar por escrito mis impresiones cotidianas.
¿Quién sabe lo que el porvenir me reserva, y si no
acabaré, en las nuevas circunstancias en que debo